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El T-MEC es un acuerdo de libre comercio firmado entre países con tentaciones proteccionistas. Por eso es válido preguntarnos: ¿ganará el proteccionismo o el libre comercio?

El libre comercio entre los tres países vale 1 billón 263,000 millones de dólares anuales y genera millones de empleos, además de ofrecer competitividad frente a otras regiones, como la Unión Europea y Asia. Produce también conflictos difíciles de resolver, en buena medida porque tienen que ver con una pregunta incómoda para los three amigos: ¿Qué parte del pastel se debe quedar en cada país?

Hablando de desencuentros, esta semana es rica en evidencias: el lunes, México presentó una solicitud formal para integrar un panel que resuelva la controversia relacionada con la interpretación que Estados Unidos está haciendo sobre el contenido regional; el miércoles, Estados Unidos anuncia que no permitirá a embarcaciones mexicanas pescar en su territorio, alega que el gobierno de México no ha hecho su trabajo para prevenir la pesca ilegal. El jueves, en el contexto de una reunión entre altos funcionarios de Comercio, Estados Unidos reclamó a México por las medidas que está tomando en el sector energético: contrarreforma eléctrica, ley de hidrocarburos y cambios de reglas en los permisos de importación y exportación de derivados de petróleo.

¿Cómo se resolverán estas diferencias más las que se acumulen… se resolverán? Formalmente, el T-MEC tiene mecanismos de resolución de disputas. Estas incluyen el diálogo entre gobiernos, los tribunales correspondientes en cada país y la instalación de paneles de arbitraje aceptados por los tres países. Vale la pena tomar nota de que el primer fallo de un panel en el 2022, fue en contra de las medidas del gobierno canadiense para proteger su sector de lácteos. Libre comercio 1 – proteccionismo 0.

Estos mecanismos son necesarios, pero no suficientes, por la complejidad de los asuntos y el contexto de las disputas: vivimos tiempos donde el proteccionismo está de regreso, en los tres países, y también pasamos por un periodo de metamorfosis que bien podríamos definir como cambio de época. Last but not least, están los poderes fácticos y la irrupción de temas de otros ámbitos en la agenda económica. En la pesca ilegal que molesta a Estados Unidos, podemos intuir la presencia del crimen organizado. En 2019, vimos como Donald Trump amenazó con imponer aranceles a México si no cumplía con sus metas de reducción de migrantes.

Leche, quesos, calabazas, tomates, autotransporte, pesca, democracia sindical… La lista de temas en disputa es larga y seguirá creciendo, entre otras cosas porque tenemos un comercio trinacional que vale más de 3,400 millones de dólares diarios y creció 32% en la última década. Son muchos temas, pero entre México y Estados Unidos, dos asuntos destacan, muy por encima de los demás: industria automotriz y sector energético.

Estados Unidos quiere aprovechar la reconfiguración tecnológica de la industria automotriz para relocalizar en su territorio y/o bajo su control una mayor parte de esta industria, que es el caso más emblemático de integración exitosa de la región Norteamérica. Su ambición de reverdecer la gloria de Detroit con la nueva era de los autos eléctricos implica reducir la parte del pastel de los EV que quedará para México y Canadá. Es un anhelo que es abiertamente proteccionista. Si fructifica la visión estadounidense, México perderá muchos empleos. Dará mucho trabajo a la Secretaría de Economía y, quizá, al bombero Ebrard.

Si Estados Unidos retuerce la interpretación del T-MEC para reforzar sus planes en la industria automotriz, México hace lo propio en el caso del sector energético. Los planes de fortalecer a Pemex y CFE van en contra de un capítulo del tratado en el que los países firmantes aceptan que no pueden favorecer a las empresas del gobierno. El nacionalismo energético implica un tratamiento discriminatorio a empresas extranjeras y la posibilidad de expropiar infraestructura como está previsto en la Ley de Hidrocarburos está en el filo de violentar lo relativo a protección de inversiones.

El T-MEC es un tratado de libre comercio que nace y vive en tiempos proteccionistas. ¿Ganará el libre comercio o el proteccionismo? ¿Cómo sería un empate?