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No hay otros datos: la economía mexicana sigue abajo del nivel que tenía antes de la pandemia. Al comenzar septiembre de 2022 es aproximadamente 2.1% más pequeña de lo que era en febrero de 2020. Tuvimos una caída de 8.5% en el primer año de la pandemia. El 2021 fue un año de recuperación importante, 5.0%, pero no suficiente para volver al nivel prepandemia. Los datos de 2022 registran hasta el final del primer semestre un avance de 1.9 por ciento. Es probable que al final del año, la tasa se modere y quede más cerca del 1.5 por ciento.

El 2.1% equivale a 19,800 millones de dólares. Ese es el tamaño del PIB de un estado como Sinaloa, líder nacional en la producción de maíz, tomate, camarón, atún, pepino y garbanzo. De esas dimensiones es la brecha que todavía nos falta por llenar para estar en el mismo nivel que a principios del 2020.

¿Por qué importa esto? El presidente López Obrador pone el tema en su cuarto informe. La economía cayó, pero ya recuperamos los niveles prepandemia , dijo. Este es un caso para la señora García Vilchis. Los datos están más allá de toda duda. Están disponibles para todos. La estadística es producto del trabajo de una gran institución pública, el INEGI, dirigida por una respetable funcionaria nombrada por AMLO, Graciela Márquez.

El problema no es el optimismo presidencial, sino la falta de objetividad y las conclusiones que se derivan de esto en las políticas públicas. Si todo va tan bien como dice el presidente, para qué cambiar las cosas. López Obrador nos anuncia su intención de mantener la estrategia económica en el último tercio de su sexenio porque está convencido de que está funcionando. No hay nada que corregir porque la falta de resultados se debe a circunstancias externas: la pandemia y la invasión rusa a Ucrania. Ninguna palabra en el IV informe sobre lo que pasó en el 2019 cuando la economía cayó 0.2 por ciento. Estamos ante un relato lleno de triunfalismo, a pesar de que tenemos el peor desempeño de la economía desde el sexenio de Miguel de la Madrid, cuando el PIB creció a una tasa promedio de 0.58% anual. Estamos debajo de ese “récord”. Para “empatar” la marca, la economía mexicana deberá crecer cerca de 2% anual entre 2022 y 2024.

¿Es posible crecer 2% o más en el corto plazo? El contexto internacional no ayuda. Se da por hecho que habrá recesión en Europa y también en Estados Unidos. China tendrá su menor crecimiento en cuatro décadas. Más grave que el bajo o nulo crecimiento es la alta inflación. Para combatirla, tendremos un mínimo de dos años con tasas de interés en niveles relativamente altos.

Dije que el contexto internacional no ayuda, pero esta afirmación requiere matices: la tensión creciente entre Estados Unidos y China ofrece enormes oportunidades para la economía mexicana. El nearshoring o relocalización de fábricas y procesos que ahora están en China se ha vuelto imperativo para muchos corporativos que aspiran a estar o crecer en el mercado norteamericano. Hay muchos países que quieren aprovechar el desacoplamiento de EU con China, pero México y Canadá tienen algunas ventajas obvias: el T-MEC más la posición geográfica… location, location, location. Las ventajas son relevantes, pero no garantizan nada: en un contexto de redefiniciones geopolíticas, el nearshoring se está convirtiendo en friendshoring, ¿qué tan amigos queremos ser de Estados Unidos? Frente al reto global de la transición energética, ¿estamos dispuestos a preparar el final de nuestro idilio con los combustibles fósiles?

¿Cómo será el final del sexenio? La prioridad del Presidente es ganar las elecciones y asegurar la continuidad de su proyecto. No está claro el lugar que ocupa lo económico en el mapa mental de AMLO, ni tampoco sabemos si ya terminó de deshojar la margarita: no me refiero al juego de las corcholatas, sino el del cierre económico de su periodo presidencial. Cómo le hará el pitcher López Obrador para sacar los últimos seis outs. Enfrente, hay toleteros que le pueden sacar la bola del parque y el brazo del lanzador quizá no traiga la frescura para hacer pitchadas con la velocidad y la curva suficiente. Dije quizá.

Los inversionistas internacionales están al pendiente de lo que México haga con el T-MEC, en particular con la disputa por el sector energético. En un escenario ideal, esta disputa se resuelve y llegan más inversiones a México. En el peor escenario, se abren grietas e incertidumbre en torno al T-MEC y nos toca vivir salidas de capitales, además de reducción en el comercio y las inversiones. Ese no es el único tema. Tendremos más presión en las finanzas públicas, lo reconoció el secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, en una entrevista con Bloomberg: son los elevados costos de las obras emblemáticas, además el crecimiento del servicio de la deuda pública, derivado entre otras cosas de las alzas en las tasas de interés. En 2021 fueron 733,000 millones de pesos y en 2022, podríamos superar el billón de pesos. Este incremento le quita margen de maniobra al Gobierno, sobre todo si no se plantea una reforma fiscal ni hay restricciones presupuestales a los proyectos mascota del presidente.

Hay más temas que espacio en esta columna, pero queda una pregunta en el aire, al final del sexenio, en lo económico ¿predominará el AMLO pragmático o el AMLO ideológico?