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Las crisis mediáticas suelen exacerbar los ánimos de los tomadores de decisión al punto de cometer errores graves sobre la estrategia a seguir para desenredar los problemas a fin de encontrar las mejores soluciones.

De acuerdo a investigadores de los fenómenos de crisis vinculados a la toma de decisión, cinco son las emociones que inciden para que una persona decida el rumbo a seguir: miedo, ansiedad, coraje, vergüenza y culpabilidad.

El miedo y la ansiedad surgen por incertidumbre; el coraje por impotencia; y la vergüenza y culpabilidad por inseguridad o encubrimiento.

Viene el asunto a cuento porque pareciera que la ansiedad y el coraje fueron los motores que condujeron al gobernador de Sonora, Guillermo Padrés Elías, a cometer una serie de tropiezos a partir de la denuncia periodística en el Programa Punto de Partida de Denise Maerker, en que se dio a conocer que el gobernante sonorense y su familia mandaron a construir una presa (pozos y represas) en forma irregular –y más aun tomando aguas de un río- para abastecer su rancho de nogal, que bien podría atender las necesidades de 11 mil personas.

Padrés y sus asesores, invadidos por las emociones negativas, optaron por actuar en contra de los representantes de la Semarnat y de Conagua en Sonora que aseguraron en entrevista a la reportera de Punto de partida que la presa era ilegal y, todavía peor, proporcionaron datos acerca de que la misma tenía no más de 6 años de construida.

El gobernador de Sonora encaró a la reportera para asegurar que esa presa databa de 60 años. Y que al comprar el rancho, su padre ya tenía los derechos. Mintió. La respuesta no tardó en llegar desde el Gobierno Federal.

Pero lo que dio la puntilla fue haber anunciado que “se expulsaba” a los representantes de Semarnat y de Conagua de los órganos de Protección Civil del Gobierno de Sonora y acusarlos en  sendos desplegados en periódicos de la ciudad de México y Sonora de haber sido responsables del derrame de sulfato de cobre, causado por la minera Buenavista del Cobre. Esto sólo complicó más las cosas para el gobernador sonorense.

Por ello la respuesta fuerte del director de la Comisión Nacional del Agua, David Korenfeld Federman, en el sentido de que se inició un procedimiento administrativo para verificar la legalidad de la represa y, en especial, si afecta o no el suministro de agua para los habitantes de la región.

No fue sólo una respuesta simple y técnica del director de Conagua. En la misma conferencia de prensa estuvo el vocero de la Presidencia de la República. Eduardo Sánchez, quien rechazó los términos del desplegado mandado a publicar por el Gobierno de Sonora en que se acusa que hubo omisiones por parte de los representantes de la Conagua, Semarnat y Profepa en la entidad que derivaron en el derrame de ácido sulfúrico al río Bacanuchi y Sonora por parte de la mina de Cananea y por lo cual pidió la remoción de esos funcionarios.

La crisis que arrancó en lo mediático terminó en una crisis política. El Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, canceló una reunión que tendría el viernes 12 con el gobernador Padrés Elías, “en tanto no existan las condiciones necesarias para un dialogo respetuoso y constructivo”, de acuerdo a lo señalado en una comunicación oficial de la Segob.

Pero incluso alguien desde adentro no ha ayudado al gobernador sonorense, pues en la semana pasada fue detenido el líder de la tribu Yaqui, Mario Luna Romero, por los supuestos delitos de robo y secuestro. Este hecho podría considerarse poco relevante si no fuera porque el gobernador Padrés enfrentó a la comunidad yaqui para llevar agua desde sus tierras a Hermosillo, a través de un acueducto, cuya construcción condujo a un litigio judicial que llegó hasta la Suprema Corte de Justicia, así como un bloqueo –por meses- de la carretera internacional que pasa por Sonora.

Y ahí el nuevo enredo para Padrés Elías. Se le acusa de quitar agua a los Yaquis a base de irregularidades, se le acusa ahora de tomar agua de un río para su propio beneficio al construir una represa y pozos, en demérito de productores que viven cerca del rancho de la familia Padrés.

Ansiedad, coraje. Ambos parecen ser los detonadores de las decisiones del gobernante de Sonora.

Una crisis sólo atrae muchos puntos de atención selectiva. Padrés Elías fue señalado de haber actuado tardíamente ante el derrame de sulfato de cobre en los ríos Bacanuchi y Sonora.  Y por ello la proliferación de comentarios acerca de que sería defensor de los intereses de Grupo Minero México. Las acusaciones contra los representantes de Conagua y Semarnat, en los desplegados de prensa, parecieran validar esa percepción de respaldo a la empra de Germán Larrea.

Muchos temas de crisis no tienen que pasar necesariamente por los medios. Pero el gobierno de Sonora generó la crisis mediática al anunciar “la expulsión” de los representantes de Conagua y de Semarnat de los órganos de Protección Civil. Peor aún al mandar a publicar desplegados en los que pide su remoción, pero también la del Procurador Federal del Medio Ambiente (Profepa), Guillermo Haro.

Muchas crisis se administran por la vía de la comunicación a grupos de interés, o mediante las bondades del cabildeo.

“Mi teléfono está abierto. No sé qué le pasó al señor gobernador”, dijo sorprendido en una entrevista el Secretario del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), Juan José Guerra Abud.

Pero más que la ansiedad, el coraje impulsó a Padrés Elías y sus asesores.  Impericia política, falta de medición de las consecuencias. Y al final, frente a lo que algunos medios calificaron como “el manotazo presidencial” –por la creación de una comisión especial presidida por el Secretario del Trabajo y Previsión Social, Alfonso Navarrete Prida (hombre de confianza del Presidente Peña Nieto) para atender el caso de los ríos contaminados- Padrés se supeditó.

Sobrerreacción, reacción exagerada, dos malos caminos para gestionar una crisis.