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El personaje histórico del próximo sexenio se ha revaluado en la nomenclatura de los billetes circulantes del peso mexicano.

Cabe cualquier especulación para tratar de averiguar por qué la imagen del expresidente mexicano, Benito Juárez García, ha sido reciclada para pasarla de los billetes de 20 pesos a los de 500 pesos. Sobre todo, cuando hay una larga lista de personajes históricos, de la política, la ciencia, la cultura que están haciendo fila afuera de la Casa de Moneda.

Y si el benemérito se empodera en los billetes, la siguiente pregunta es ¿por qué no cambiarle el color a ese papel moneda? El único Juárez blanquiazul que podíamos concebir era el de los billetes de 20 pesos. Así que no había necesidad de repetirle los colores en su nueva presentación de 500.

Ya estoy viendo a los prestidigitadores entregando un billete de 20 por uno de 500. Vamos, si hay quien puede desaparecer cinco Gansitos en los ojos del tendero, no faltará el que quiera intentar el trinquete con los dos billetes.

Hasta ahí me parecen dudas sospechositas y razonables sobre los motivos del Banco de México. Pero eso de conferirle poderes místicos al nuevo billete para que provoque una crisis y una devaluación, sí es un absurdo total.

Los rumores hablan de un movimiento inducido por el gobierno saliente para boicotear al gobierno entrante. Porque dicen estos expertos en intrigas que cada vez que se emite un nuevo billete y se elimina una denominación de papel moneda, viene una crisis inflacionaria.

Muchos lo ven como un pretexto para poder justificar cualquier fracaso del gobierno que empezará. Y como no pueden echarle la culpa a diputados o senadores, porque los tienen de sobra, preparan un escenario de boicot previo de la administración saliente.

Hay otros que expresan su angustia con base en experiencias pasadas. Ciertamente los Millennials no lo saben, pero setenteros y anteriores conocemos muy bien lo que implicaba la constante emisión de billetes y monedas que sustituían a los circulantes que perdían valor ante el monstruo inflacionario que nos aplastaba.

Pero es exactamente en ese orden, primero el crecimiento de los precios nos apabullaba y después el circulante se adaptaba.

Hay cierto grado de realidad en el hecho de que la inflación acumulada durante varios años ya alcanzó a los billetes de 20 pesos que ahora se van en exclusiva a la moneda metálica. Pero otra vez, es consecuencia no un detonante.

La sustitución del diseño de un billete no es un factor inflacionario en la medida en que se mantenga el mismo nivel de circulante. Vamos, si retiran 100 billetes y emiten 1,000 billetes, eso sí es inflacionario.

Ahora, emitir un billete de 2,000 pesos sí puede ser otra historia. Aun sin alterar la masa monetaria puede provocar un efecto psicológico que lleve a la percepción del efecto José Alfredo, aquel de que la vida no vale nada y entonces haya presiones en los precios.

Claro que un billete de ese tamaño también es consecuencia de los efectos de la inflación, eso lo hace viable. Pero corre en contra de la pretensión de las autoridades monetarias y fiscales de llevar la economía hacia el dinero digital, por efectos de control.

Pero el nuevo billete de 500 es inapropiado por muchos factores, pero no tiene poderes místicos ni mágicos para provocar inflación como parte de un maligno plan maestro para heredar una crisis.