Elecciones 2024
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Entre la rancia clase política mexiquense, aquella que hace poco presumía su pertenencia al Grupo Atlacomulco —después de haberlo negado durante dos décadas— resultó todo un escándalo.

Los jerarcas del tricolor mexiquense fueron citados a una sesión extraordinaria para atestiguar la unción de Alejandra del Moral como presidenta del Comité Directivo del Estado de México, el último sábado de noviembre. La exfuncionaria peñista —dirigió Bansefi y después, estuvo en el Congreso de la Unión— debió esperar unos días, por la agenda de Alito Moreno Cárdenas.

El líder nacional del PRI recién regresaba de Managua, donde en la víspera había sido electo presidente de la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina. Y en Toluca, antes de acudir con los consejeros políticos, había almorzado con el gobernador Alfredo del Mazo.

La nueva generación de líderes preserva casi intactos los rituales de la liturgia tricolor, aunque ya no concita unanimidades. El primer priista de la entidad encabezaría la sesión extraordinaria, mientras que el presidente del CEN tomaría protesta a Del Moral y su compañero de fórmula, Darío Zacarías Capuchino. Hasta hace un mes, ambos formaban parte del gabinete estatal; como titulares de las secretarías de Desarrollo Económico y Desarrollo Agropecuario, respectivamente.

La zona VIP del Centro de Capacitación del Militante está reservada para los invitados especiales, los exgobernadores y los exdirigentes del partido en la entidad. En la zona central aparecen Beatriz Paredes Rangel e Ignacio Pichardo Pagaza, expresidentes del CEN; el actual senador Eruviel Ávila Villegas y el profesor Sixto Noguez Estrada.

Nadie esperaba la aparición del expresidente Enrique Peña Nieto. Pero ¿y Arturo Montiel? ¿Y Alfredo Baranda? ¿Y Emilio Chuayffet? Los exgobernadores tal vez pasaron a retiro, pero ¿y Ricardo Aguilar? ¿Y Ernesto Nemer Álvarez? La ausencia de los líderes más representativos del priismo toluco eclipsa uno de los cambios más drásticos dentro de los simbolismos partidistas. Y es que al menos en territorio mexiquense, en los meses recientes optaron por usar un nuevo emblema partidista: unas siglas tricolores.

El mejor PRI de todos los tiempos usa chalecos rojos, pero prescinde del viejo escudo tricolor. Pero la reconstrucción del partido, define Alito Moreno, no pasa por la beligerancia. “Para lograr lo que nunca hemos tenido, tenemos que hacer lo que nunca hemos hecho”, manifestó, “y ése es el reto que enfrentamos. El PRI sabe cómo y tiene con qué: nosotros seremos una oposición firme, crítica, combativa y propositiva, pensando siempre en México y en las familias mexicanas. El PRI no es una oposición que se comporte a gritos y sombrerazos”.

Desde la oposición y en etapa de reconstrucción, el PRI nacional tiene uno de sus bastiones en el Estado de México. Con un padrón de casi 1 millón de afiliados, los delmacistas han reclamado cargos en el CEN y este fin de semana, la diputada naucalpense Cristina Ruiz asumirá las riendas de la CNOP.

José Murat Casab se había perfilado como sustituto de Arturo Zamora como líder del sector popular, pero las negociaciones entre Alito y Del Mazo lo dejarán al frente de la Fundación Colosio. El exgobernador de Oaxaca, junto con Paredes Rangel y Augusto Gómez Villanueva integra el consejo de notable que asesora al presidente del PRI nacional. La secretaria general del tricolor, Carolina Viggiano, tendría abiertas discrepancias con la ruta tomada por los nuevos dueños del partido.

Efectos secundarios

PIÑAZATOS. Faltan dos semanas para las posadas navideñas, pero el Infonacot no vive épocas de recogimiento. La directiva encabezada por Alberto Ortiz Bolaños emprendió una ofensiva contra proveedores y contratistas, por presuntos excesos y componendas. Sin pruebas contundentes, esas denuncias activarían un búmeran, pues ahora circulan audios —supuestamente originados al interior del instituto— sobre el hostigamiento laboral sufrido por mandos medios de la anterior administración, obligados a presentar “renuncias voluntarias” y aceptar liquidaciones infamantes. Antes fueron propaladas versiones sobre la connivencia del director de crédito y finanzas del Instituto, Roberto Raymundo Barrera Rivera, con un despacho de asesoría contable dirigido por su cuñado, en el que se habría incubado el polémico Fondo de Protección de Gastos. Y en vísperas del último consejo directivo del 2019, trascendió un reporte sobre el pago discrecional de aguinaldo y gratificaciones de fin de año al personal de estructura y de confianza, decretado por Ortiz Bolaños sin apegarse a los lineamientos establecidos en el oficio 307-A-279 por la Secretaría de Hacienda; 1 millón y medio de pesos de sobrepago. ¡Órale!