En el caso Nestora hay detalles que causan indignación por sus afrentas a la dignidad humana o que mueven a la compasión por el enredo en que ella misma se entrampó: Su coartada cierta de ser mexicano-estadunidense la ocultó en su primera diligencia judicial (como también ante el INE al registrarse candidata a senadora por … Continued
En el caso Nestora hay detalles que causan indignación por sus afrentas a la dignidad humana o que mueven a la compasión por el enredo en que ella misma se entrampó:
Su coartada cierta de ser mexicano-estadunidense la ocultó en su primera diligencia judicial (como también ante el INE al registrarse candidata a senadora por Morena), pero le sirvió para salir de la cárcel porque no tuvo asistencia consular.
Todo indica, sin embargo, que su doble nacionalidad la inhabilita para ser legisladora: el artículo 33 de la Constitución ordena: “Los extranjeros no podrán de ninguna manera inmiscuirse en los asuntos políticos del país”.
Por paisana que sea, la señora también es extranjera y no habría manera de saber para cuál país trabajaría.
Enredada en sus artimañas, a la ex policía comunitaria violadora de los derechos humanos e indiciada por los delitos de secuestro y homicidio tampoco le serviría de nada que para ser senadora renunciara a su nacionalidad estadounidense porque, en ese supuesto, el juez podría solicitar una nueva orden de aprehensión, pero ella ya no asistencia consular gringa…
