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El viernes de la semana pasada se publicaron los datos de empleo para septiembre en Estados Unidos, revelando que la economía creó 142,000 empleos, cifra considerablemente inferior a la expectativa de 201,000 y también por debajo del promedio mensual en lo que va del año, de 198,000. Asimismo, los datos de agosto se revisaron a la baja considerablemente, de 173,000 a 136,000 plazas.

Por otro lado, la tasa de desempleo se mantuvo sin cambios en 5.1% como resultado de una contracción de la fuerza laboral que se reflejó en una reducción en la tasa de participación de 62.6% en agosto a 62.4% en septiembre.

Esta desaceleración en la creación de empleo y la nueva caída en la tasa de participación fueron evidencia suficiente para que el mercado comenzara a asignar una menor probabilidad a un alza de tasas por parte de la Fed en el corto plazo.

Esta situación contrasta con lo dicho por Janet Yellen el 24 de septiembre, en la Universidad de Massachusetts, donde expresó que tanto ella como la mayoría de los miembros del FOMC tenían la intención de subir la tasa de interés antes de que termine el 2015.

Aunque queda claro que la Fed mantiene una postura flexible y dependiente de la evolución de los datos económicos, la tendencia de debilidad en los datos de empleo tendría que extenderse notablemente a octubre y noviembre para que la Fed pudiera justificar el diferir la decisión de subir las tasas.

Adicionalmente, vale la pena recordar que la Fed incorpora una canasta de variables económicas muy amplia en su proceso de toma de decisión y que una desaceleración en el ritmo de creación de empleo, por sí sola, tal vez no sea suficiente para diferir el alza en las tasas.

Otra de las variables de empleo que sigue la Fed es una medida más amplia de la tasa de desempleo conocida como U-6. Esta medida puede ser una aproximación más certera de la situación real del mercado laboral, ya que incluye, además de los desempleados, a aquellos que están marginalmente empleados, es decir, que tienen un trabajo de medio tiempo pero que están buscando uno de tiempo completo.

El desempleo bajo esta metodología se ubica en 10% y refleja uno de los problemas más persistentes desde la crisis: la gente consigue empleo pero en condiciones inferiores a la época precrisis.

A diferencia de la tasa oficial de desempleo que ha regresado a su nivel precrisis, la tasa U-6 está todavía por arriba de su nivel precrisis de 8.8 por ciento.

Sin embargo, lo que podría darle tranquilidad a la Fed para subir las tasas en diciembre, es que a pesar de la desaceleración en la creación de empleo en agosto y septiembre, la tasa U-6 ha mostrado una tendencia muy favorable en los últimos meses.

La tasa U-6 pasó de 11.3% en enero a 10.5% en junio, a 10.3% en agosto y a 10.0% en septiembre. Asimismo, la medición de la duración promedio del desempleo mantiene una tendencia favorable, disminuyendo de 13.4 semanas en enero a 11.4 semanas en septiembre, aunque todavía por arriba del promedio histórico de 9.1 de los cinco años anteriores a la crisis.

Esto quiere decir que aunque la economía está creando menos plazas, el número de empleos de tiempo completo está aumentando y que la gente pasa cada vez menos tiempo desempleada. Esta situación podría significar que, a menos de que la economía entre en un bache fuerte —lo cual no es descartable, ya que la mayoría de los analistas están revisando sus pronósticos del PIB del tercer trimestre a la baja—, la raquítica recuperación que han tenido hasta ahora los salarios reales podría comenzar a acelerarse.

En la opinión de este columnista, la probabilidad de alza en diciembre ha disminuido, pero sigue siendo el escenario base.