Lo peor que puede hacer el gobierno es sentirse responsable de hechos que no son su culpa y actuar como si tuviera que enmendar un error. El caso de los normalistas de Ayotzinapa es el mejor ejemplo de ello. Un crimen tan abominable que merece un castigo sin piedad a los responsables y una limpia … Continued
Lo peor que puede hacer el gobierno es sentirse responsable de hechos que no son su culpa y actuar como si tuviera que enmendar un error.
El caso de los normalistas de Ayotzinapa es el mejor ejemplo de ello. Un crimen tan abominable que merece un castigo sin piedad a los responsables y una limpia profunda del vínculo del poder con el crimen no puede ser adjudicado al gobierno federal.
Es obligación del gobierno de Enrique Peña Nieto investigar y dar con los responsables. Lo que no puede es faltar a su responsabilidad de hacer cumplir la ley y sancionar a los responsables de actos violentos, así sean en el nombre del pueblo bueno y sus hartazgos.
Hay grupos que están haciendo el trabajo sucio a los criminales, consiente o inocentemente, con tal de minar el poder del gobierno federal.
En el caso del tren rápido México–Querétaro la administración de Peña actuó como si fuera responsable de que los supuestos interesados no presentaran a tiempo los requisitos solicitados.
En todo caso, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes es responsable de no planear bien los tiempos de una obra de este tamaño. Pero ahora dejan la sensación de que sí habían favorecido a algún empresario local y que al ser descubiertos tuvieron que recular de su procedimiento.
Los chinos tienen mucha razón en quejarse por este cambio en las señales. Lo menos que debe dejarles es la sensación de que no tratan con gente con palabra. Y si bien serán indemnizados y seguramente participarán otra vez y posiblemente vuelvan a ganar la licitación, la realidad es que el gobierno compró una responsabilidad que no era propia.
Vio en las acusaciones un posible daño a su imagen y mejor optó por retrasar lo que más convenía con tal de no ser señalados como responsables. Total, no saldrá de sus propias bolsas sino de las arcas públicas el monto de la indemnización y los que pagan impuestos son dóciles y callados para exigir sus derechos.
De cualquier forma, a los otros posibles competidores les parece todavía poco tiempo para hacer sus propuestas. Y ya tienen la puerta abierta para quejarse de un resultado adverso en el siguiente intento.
Y la guerrilla periodística no dudará en atacar al presidente y a su equipo con lo que sea, y si en el camino calumnian, insistirán, porque saben que no hay consecuencias.
La propaganda partidista no sólo viene de aquellos que aplauden bajo pedido las acciones del gobierno, también de aquellos que desde las oposiciones atacan, muchas veces con mentiras con tal de debilitar las estructuras del poder.
Lo que no ven los que minan esos cimientos es que la implosión los podría alcanzar con facilidad.
Las mayores tentaciones de abuso de autoridad vienen de quien gobierna con miedo, no de quien sabe que tiene el derecho de aplicar las leyes. Y hasta ahora hay titubeos que son costosos y peligrosos en el futuro.
No falta un gobierno de mano dura, porque ésa la tienen con quien pueden, los contribuyentes cautivos, por ejemplo. Lo que falta es institucionalidad, respeto a las reglas.