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Será difícil contradecir la información que aportó y razonó ayer en EL UNIVERSAL el secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos, sobre los hechos de Tlatlaya, que hoy cumplen un año. Podría sintetizarse en tres puntos: el capítulo ha sido muy costoso para el Ejército mexicano, urge que comience el juicio a los presuntos soldados agresores y, quizá el más significativo, “Tlatlaya fue el enfrentamiento número 800 en lo que llevamos de la administración; 800 veces hemos sido agredidos, y lo manejamos como los otros 799, por decir un número”.

No es común que un secretario de Defensa hable con los medios, y menos sobre los temas vivos y virulentos, como lo hizo ayer el general Cienfuegos en la espléndida entrevista con Carlos Benavides. Pero se acercaba el 30 de junio y, por lo visto, sintió el deber de salir a defender la honorabilidad del Ejército.

El general sabe que no se ha probado que un solo soldado sea culpable de masacrar a 22 sometidos, o de fusilar a 11 de ellos, como supuestamente concluyen peritajes de la PGR y la Procuraduría de Justicia del Estado de México.

“Lo único que está comprobado es que hubo una agresión de estas personas que fallecieron ahí, lamentablemente, en contra de los soldados”, subraya. “Que la diferencia de fuerzas eran 22 personas armadas, con armas que son de uso exclusivo del Ejército, y de parte del personal militar eran un oficial y siete de tropa, entonces se habla ahí de que hubo un sometimiento. Yo no puedo entender cómo hubo un sometimiento si eran ocho soldados y no sabían cuánta gente había en el interior del cobertizo donde sucedieron los hechos”.

El saldo a un año: la Procuraduría Militar entregó a la justicia civil a un oficial y siete soldados. Un juez federal les dictó auto de formal prisión en noviembre. El juicio por distintos delitos (homicidio calificado, abuso de autoridad, encubrimiento…) no ha comenzado. Si los ocho militares resultan culpables, “serán castigados de acuerdo con la ley”, afirma Cienfuegos. Si son absueltos, enfrentarán a la justicia militar por presuntas faltas a la disciplina y los protocolos castrenses. Hay tres testimonios de cargo, al parecer contradictorios. Se ha creado una percepción de que el Ejército reprime civiles. Y la zona de Tlatlaya, en los límites del Estado de México y Guerrero, sigue asolada por las bandas criminales. Los 22 muertos no parecen haber sido mal negocio para los criminales.

“No nos sentimos a gusto haciendo funciones policiales”, puntualiza Cienfuegos. “Pero no veo esfuerzos decididos en la gran mayoría de los estados. Estamos conscientes de que, de no hacerlo nosotros en este momento, no hay quien lo pueda atender. Necesitamos cuerpos policiacos más capacitados, mejor preparados, mejor armados”.

Difícil contradecir al general.

MENOS DE 140. Christopher Domínguez Michael, el crítico literario más influyente de México, debuta el domingo en EL UNIVERSAL. Gran noticia.

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