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El día de hoy, el Banco de México (Banxico) publicará su quinta decisión de política monetaria del año.

El mercado tiene totalmente descontado que aumentará la tasa objetivo en tres cuartos de punto, tal como lo hizo en junio, y siguiendo a la decisión de la Fed de finales de julio.

Con este incremento, la tasa objetivo alcanzaría 8.50%, superando su nivel máximo previo (desde que se estableció como principal herramienta de política monetaria en el 2008) de 8.25% alcanzado en el tercero y cuarto trimestre del 2008 y nuevamente entre finales de diciembre del 2018 y mediados de julio del 2019.

Sin embargo, todo indica que este nuevo máximo histórico será superado en los próximos meses debido a la persistencia de las presiones inflacionarias y la expectativa de mayores alzas por parte de la Fed en lo que resta del año.

Las cifras más recientes de inflación, publicadas el martes por el Inegi, apuntan a continuas presiones tanto en la inflación general como en la subyacente.

La inflación general en términos anuales pasó de 7.99% en junio a 8.15% en julio, lo cual representa su nivel máximo desde enero del 2001.

Aunque la cifra pudo haber sido más alta sin los subsidios a los combustibles, las presiones inflacionarias excluyendo los precios de los alimentos y combustibles, medidas por la inflación subyacente, también marcaron un nuevo máximo desde diciembre del 2020. La inflación subyacente se incrementó de 7.49% en junio a 7.65% en julio, marcando 20 meses consecutivos al alza.

Dadas las cifras y una alta probabilidad de que la inflación siga marcando nuevos máximos en los próximos dos o tres meses, es muy probable que Banxico se vea forzado a revisar al alza la trayectoria esperada para la inflación para lo que resta del 2022.

Por otro lado, a finales de julio, la Fed incrementó, por segunda reunión consecutiva, la tasa de Fed Funds en tres cuartos de punto para dejarla en un rango de 2.25 a 2.50 por ciento. Dado que la inflación en Estados Unidos también ha sido más persistente a lo esperado, el mercado está anticipando que la Fed subirá la tasa en por lo menos un punto porcentual adicional en lo que resta del año.

Aunque los precios de las gasolinas y algunos commodities alimenticios han bajado considerablemente desde su pico de hace un par de meses y las expectativas de inflación de mediano plazo han empezado a bajar, la Fed aún intenta recuperar terreno después de su lectura errónea del brote inflacionario como un evento transitorio.

En este entorno, Banxico sigue obligado a, por lo menos, seguir la trayectoria de aumentos de la Fed, lo cual implica que la tasa de fondeo podría aproximarse a 10% hacia finales de este año.

Por su parte, las tasas de largo plazo han disminuido considerablemente en las últimas siete semanas. La tasa que paga el Bono M a 10 años (el instrumento local de deuda de largo plazo del gobierno federal) ha bajado de un pico de 9.56% a finales de mayo a 8.7% al cierre de ayer.

Esta disminución ha estado principalmente impulsada por el movimiento a la baja en la tasa que paga el bono del Tesoro a 10 años de Estados Unidos, que pasó de 3.48% a mediados de junio a 2.79% al cierre de ayer.

Estos movimientos parecen apostar a que lo peor del pico inflacionario ya pasó y que la inflación comenzará a bajar de manera muy marcada en los próximos 12 meses.

La apuesta es que, en este escenario, tanto la Fed como Banxico estarían relativamente próximos a concluir su ciclo de alzas y en posición de revertir parte de los incrementos en la segunda mitad del 2023.

Esta parece una apuesta algo optimista por el mercado. Nunca en la historia de Estados Unidos ha habido un nivel de inflación tan alto como el actual (la inflación anual bajó de su máximo de los últimos 40 años de 9.1% registrado en junio a 8.5% en julio) con un nivel de tasa objetivo tan bajo como el presente.

Aun suponiendo que lo peor del pico inflacionario ya pasó y que la inflación en Estados Unidos comienza a converger con la expectativa de mercado de 6.9% para el cierre del 2022 y de 3.9% para mediados del 2023, tanto la tasa de corto plazo como de largo plazo en Estados Unidos, medida en términos reales (es decir restando la inflación), se mantendría en territorio negativo.

Esto implica que la Fed aún tiene camino por recorrer para llegar a una postura monetaria neutral.