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Este medio día, Banco de México (Banxico) dará a conocer su antepenúltima decisión de política monetaria del año.

El mercado tiene totalmente descontado que Banxico aumentará la tasa objetivo en tres cuartos de punto, igualando el incremento de la Fed, tal como lo hizo en junio y agosto.

Con este movimiento, la tasa objetivo subiría de 8.50 a 9.25%, estableciendo un nuevo máximo histórico desde que la tasa objetivo se estableció como principal herramienta de política monetaria en el 2008. No obstante, todo indica que el actual ciclo de alzas aún tiene camino por recorrer y que la tasa podría llegar a un máximo cercano a 11 por ciento.

Esta expectativa de mayores alzas en la tasa de interés de referencia está principalmente ligada a dos factores: la falta de avance en el combate a la inflación y una postura monetaria más restrictiva por parte de la Fed y otros bancos centrales.

Las cifras de inflación a la primera quincena de septiembre, publicadas el jueves de la semana pasada por el Inegi, muestran que las presiones inflacionarias, lejos de ceder, se están intensificando.

Aunque la inflación general en términos anuales se mantuvo prácticamente sin cambio, bajando de 8.77% al cierre de agosto a 8.76% al concluir la primera quincena de septiembre, la inflación subyacente siguió en aumento, pasando de 8.13 a 8.27% lo cual representa su nivel más alto en 22 años.

Aunque falta ver la evolución de los precios en la segunda quincena de septiembre, el estimado de inflación subyacente de 7.9% para el tercer trimestre, publicado por Banxico en su última decisión de política monetaria en agosto, muy probablemente será rebasado.

La persistencia de las presiones inflacionarias ha llevado a varios especialistas a revisar al alza sus estimados de inflación para el cierre de este año. Un ejemplo es Banorte que la semana pasada incrementó sus pronósticos de inflación general y subyacente para el cierre del 2022 de 8.1 a 9.0% y de 7.8 a 8.9%, respectivamente.

En este contexto, es muy probable que Banxico se vea nuevamente obligado a revisar al alza sus pronósticos de inflación general y subyacente para lo que resta del 2022.

Por si la dinámica inflacionaria y el deterioro en expectativas no fuera suficiente razón para seguir subiendo las tasas, Banxico también debe de cuidar su postura monetaria relativa a la de la Fed.

En lo que va de este año, el dólar ha mostrado una fuerte apreciación contra casi todas las divisas. Sin embargo, el tipo de cambio peso/dólar se ha mantenido estable.

Esta estabilidad responde a varios factores, pero uno innegable y fundamental ha sido el atractivo diferencial de tasas de corto plazo entre México y Estados Unidos.

Aunque Banxico inició su ciclo restrictivo unos meses antes que la Fed, el diferencial de tasas se ha mantenido en seis puntos porcentuales desde que la Fed comenzó su ciclo de alzas en marzo de este año.

Existe el riesgo de que, si este diferencial se reduce, el peso podría comenzar a debilitarse –como lo han hecho otras divisas.

Es cierto que el mecanismo de transmisión de una depreciación del peso a inflación ha disminuido considerablemente en los últimos años.

Esto se debe a cambios fundamentales en el proceso doméstico de formación de precios que han permitido una disminución muy importante en los impactos de segundo orden que tiene la depreciación del peso en la formación de precios de bienes y servicios que no están directamente relacionados con el tipo de cambio.

Sin embargo, en un contexto como el actual –caracterizado por presiones inflacionarias importadas y aumentos importantes en las negociaciones salariales de los últimos tres años– el riesgo de que una potencial depreciación del peso dificulte aún más el combate a la inflación es mayor.

Dado que el mandato único de Banxico es la estabilidad de precios y que la trayectoria estimada de inflación de mediano plazo se mantiene considerablemente por arriba de la meta del banco central, Banxico no tiene mucho margen para deslindarse de lo que haga la Fed.

Esto implicaría subir la tasa tres cuartos de punto el día de hoy, otros tres cuartos de punto en noviembre, por lo menos medio punto en diciembre y probablemente un alza adicional entre un cuarto y medio punto a principios del 2023, lo cual dejaría la tasa de fondeo en por lo menos 10.5% para el cierre de este año y 10.75% al inicio del 2023.