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A escasas tres semanas de haber comenzado el año, los mercados financieros han comenzado a ceder terreno desde los niveles máximos alcanzados al cierre del 2021.

El índice Dow Jones y el índice S&P 500 han retrocedido aproximadamente 4% en lo que va del año (al momento de escribir estas líneas), mientras que el Nasdaq se acerca a territorio de corrección con una caída de 9 por ciento.

Sin embargo, el ajuste en estos mercados accionarios es minúsculo si se compara con el minicrash que está sucediendo en el mercado de renta fija de Estados Unidos, donde las tasas a lo largo de toda la curva han tenido un alza sustancial.

Es importante recordar que las tasas que pagan los bonos se mueven en sentido inverso a los precios de dichos instrumentos por lo que un alza en las tasas refleja una caída en los precios. En los últimos 12 meses, la tasa del bono del Tesoro a 10 años pasó de 1.09 a 1.84%, y apenas en lo que va del año el aumento fue de 1.51 a 1.84 por ciento.

En el caso de la tasa del bono a 2 años, el incremento en los últimos 12 meses fue de 0.12 a 1.02%, y en lo que va del año de 0.78 a 1.02 por ciento.

Aunque estos ajustes han sido mayúsculos, varios especialistas esperan que el ajuste continúe durante los próximos meses. En el caso de la tasa a 10 años, el consenso de mercado pronostica que llegará a 2.2% al cierre del año mientras que la tasa a 2 años podría cerrar en cerca de 1.2 por ciento.

Estos pronósticos toman como escenario base que la inflación comenzará una trayectoria descendente hacia la segunda mitad del año y que la Fed incrementará la tasa de fondeo, cuyo plazo es el más corto y actualmente se ubica en un rango de 0 a 0.25%, hasta en cuatro ocasiones para dejarla en un rango de 1.0 a 1.25% al cierre del 2022.

Para muchos observadores, el riesgo principal para los mercados es que la trayectoria de descenso de la inflación sea más lenta y menos pronunciada. En este escenario, la inflación cedería menos de lo esperado y se ubicaría en un nivel de mediano plazo superior al que hemos visto durante los últimos 10 años.

En un escenario así, la Fed se vería obligada a acelerar la normalización de su política monetaria. Esta aceleración en la normalización tendría dos frentes. El primero sería realizar un mayor número de incrementos en la tasa de fondeo. Hace unos días el CEO de JP Morgan, Jamie Dimon, mencionó que la Fed podría verse obligada a subir la tasa de fondeo hasta en siete ocasiones, lo cual ubicaría la tasa de fondeo cerca de 2% al cierre del año.

El segundo frente sería adelantar y acelerar el proceso de reducción del balance de la Fed. Vale la pena recordar que, a partir de la llegada de la pandemia, la Fed ha inyectado casi 4.6 billones de dólares a los mercados mediante la compra de bonos del Tesoro y bonos hipotecarios. El balance de la Fed pasó de 4.2 billones de dólares al cierre de 2019 a 8.8 billones de dólares al 10 de enero.

Para dar un poco más de contexto, el monto inyectado durante los últimos dos años es casi 10% superior al monto que se inyectó para combatir la Gran Recesión entre el 2009 y el 2014. En aquella ocasión, la Fed dejó de comprar bonos a finales del 2014 pero siguió reinvirtiendo los recursos provenientes de las amortizaciones e intereses en el mercado durante casi cuatro años.

No fue sino hasta el 2018 que la Fed comenzó a reducir su balance, vendiendo instrumentos y retirando liquidez de manera muy gradual. En esta ocasión, la Fed dejará de inyectar liquidez en marzo y algunos especialistas consideran que podría verse orillada a iniciar el retiro de la liquidez durante el tercer trimestre del año. Es decir, pasaríamos de la expansión cuantitativa más ambiciosa de la historia a un escenario de restricción cuantitativa en tan solo seis meses.

Este brusco cambio en la demanda por bonos del Tesoro podría tener un impacto desordenado y mayor al esperado en las tasas de interés de mediano y largo plazos con implicaciones muy importantes para los mercados.

Las preguntas clave que están en la mente de los especialistas son dos: ¿qué tanto durará este proceso de retiro de liquidez? y ¿qué tan significativo será el volumen de liquidez retirada por este proceso?

Aunque otros bancos centrales –principalmente el de China– podrían seguir inyectando liquidez, es indispensable que nos preparemos para un entorno de menor liquidez en el que los mercados se han vuelto adictos a liquidez quasi-infinita provista por los bancos centrales durante los últimos años.