El temor a una enfermedad desconocida, la tristeza de ver morir gente cercana, la desesperación del encierro, el pesimismo por ver nuestra condición económica y la del país
Cuando el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, anunció el final de la emergencia por la pandemia de SARS-CoV-2 fue inevitable voltear atrás y entender que durante más de tres años de nuestras vidas vivimos algo que nos cambió para siempre.
El temor a una enfermedad desconocida, la tristeza de ver morir gente cercana, la desesperación del encierro, el pesimismo por ver nuestra condición económica y la del país. Una película que pasa frente a nuestros ojos en recuerdo de cómo ya no somos los mismos que fuimos la década pasada.
Lo mejor de la respuesta global a la enfermedad fue la velocidad a la que los científicos pudieron adaptar sus avances para desarrollar una serie de vacunas efectivas en contra de este virus cuya historia de cómo apareció aún no se ha podido contar de forma acertada.
La pandemia no ha terminado, sólo se declaró el final de la fase emergente. Este martes el régimen de Andrés Manuel López Obrador dará a conocer su propia visión del estado de la pandemia, aunque por los antecedentes sabemos que les gusta vivir en su mundo de los otros datos.
Los datos oficiales marcan que en el mundo se han registrado 765 millones de casos acumulados de Covid-19 y que se habrían registrado 7 millones de muertes.
Los efectos económicos han sido devastadores y todavía no es posible hablar del final de la emergencia económica derivada de la pandemia, porque la alta inflación está directamente relacionada con los efectos de las medidas asumidas para controlar los contagios de la Covid-19.
Un análisis de BBVA destaca dos datos que son contundentes respecto a los efectos globales de la enfermedad. El primero, el cálculo de muertes más allá de las cifras oficiales. Si bien el conteo de la OMS apunta a 7 millones de defunciones por la enfermedad, el exceso de mortandad en el mundo alcanza 14.9 millones de personas.
El otro dato tiene que ver con el impacto económico global por las medidas asumidas para controlar la propagación del virus. El cálculo es que el mundo perdió un año de crecimiento económico.
A esta desgracia global hay que sumarle la impericia y las malas decisiones que se tomaron, particularmente, en México lo que costó aumentar el número de víctimas y que se incrementara el tamaño del impacto en la economía.
El exceso de mortandad en México acumula casi 630,000 personas, contra la cifra oficial de la Secretaría de Salud de 334,000 personas fallecidas por Covid-19.
Y en la parte económica, haber dejado a su suerte a millones de mexicanos que perdieron todo ingreso y no recibieron ningún tipo de apoyo gubernamental provocó un derrumbe en las economías familiares que no se alcanza a ver en el rezago que todavía tiene el Producto Interno Bruto respecto a los niveles previos, no a la pandemia, sino al inicio de este régimen en el 2018.
La fase emergente por el Covid-19 terminó, pero la pandemia no. Oficialmente en México se reportan todavía contagios y muertes. Lo que hay que aprender y corregir son las fallas en el sector salud que quedaron al descubierto y que implica que hoy miles de mexicanos mueren diariamente de enfermedades prevenibles y curables.