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Este jueves se dará lo que debería ser el cuarto anuncio de política monetaria del 2016 pero que en realidad es el quinto, debido a la reunión extraordinaria del 17 de febrero en la que se decretó un aumento de medio punto en la tasa de interés de referencia a 3.75 por ciento.

Las encuestas, que fueron en su mayoría levantadas antes del resultado del referéndum en Gran Bretaña del jueves pasado, asignaban una mayor probabilidad de que las tasas se mantendrían sin cambio. De acuerdo con la encuesta publicada por Banamex el 21 de junio, solamente ocho de 22 encuestados esperaban un incremento en la tasa.

Sin embargo, la sorpresiva y para muchos incomprensible decisión del Brexit por parte de los votantes de Reino Unido ha incrementado de manera considerable la posibilidad de un alza por parte del Banxico. Aunque la debilidad de la economía mexicana, el buen comportamiento de la inflación y la decisión de la Fed de demorar su segundo incremento en la tasa de fondeo en Estados Unidos podrían haber dado espacio al Banxico para dejar la tasa sin cambio, el banco central debería optar por un incremento de cuando menos 0.25 por ciento.

Aunque la inflación general media del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) de los últimos 12 meses se ubica en 2.6% y la economía mexicana todavía tiene cierto nivel de holgura, el Banxico debería de estar preocupado por las presiones inflacionarias hacia delante. Por un lado, el Índice Nacional de Precios al Productor (INPP) refleja un incremento de 5.8% en los últimos 12 meses, resultado en buena medida del incremento en el costo de los insumos importados y/o dolarizados.

Hasta ahora, la depreciación del tipo de cambio no se ha traducido en un aumento en la inflación general por los siguientes factores: i) la incapacidad de los productores de reflejar el incremento en el costo de sus insumos al consumidor dada la debilidad de la demanda interna; ii) el hecho de que hasta hace poco la caída en los precios de prácticamente todas las materias primas, medidos en dólares, eran superiores a la depreciación del peso frente al dólar; iii) la tendencia favorable en los precios de los servicios de telecomunicación y energía, y iv) el hecho de que hasta hace unos meses la depreciación del peso mexicano había sido similar a la de otros socios comerciales de México.

Sin embargo, varios de los factores que han apoyado el buen desempeño de la inflación se están disipando.

En primer lugar, los precios de las materias primas se han venido recuperando y, aunque están lejos de sus máximos históricos, los niveles actuales son considerablemente superiores a los de hace unos meses. En segundo lugar, el peso mexicano ha acelerado su depreciación frente al dólar, tanto en términos absolutos como en relación con las divisas de otros países emergentes y socios comerciales de México. El peso es una de las divisas con peor comportamiento frente al dólar en lo que va del año.

En tercer lugar, aunque los precios de las telecomunicaciones y la energía no han aumentado, la fuerte reducción que tuvieron en el 2015 fue un impacto de una sola vez. En cuarto lugar, como la depreciación del peso ya no se percibe como un fenómeno temporal, los productores forzosamente tendrán que comenzar a traspasar parte del incremento de precio en sus insumos a los consumidores.

Dado que el Banxico tiene como mandato único la estabilidad de precios y puesto que el gobierno federal no ha podido realizar un ajuste suficiente en las finanzas públicas para colocar la relación de deuda a PIB en una trayectoria descendente, la ortodoxia apuntaría a que el Banxico debería subir las tasas en por lo menos un cuarto de punto este jueves. “Sin Fronteras” se volverá a publicar el 14 de julio.