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René de Jesús Henry Rodríguez es un abogado tamaulipeco, de una arraigada familia porteña especializado en comercio exterior. Exauditor en la Tesorería del GDF durante la administración lopezobradorista y exfuncionario de Gobernación en el sexenio de Felipe Calderón, llegó al SAT hace siete años.

Habría permanecido en la administración general de auditoría de comercio exterior, si no hubiera ocurrido la reingeniería del aparato recaudatorio de la cuarta transformación. Las funciones de esa área fueron absorbidas por la Administración General de Aduanas, a cargo de Ricardo Peralta Saucedo.

Henry Rodríguez completó la entrega-recepción de su antigua plaza y desde Palacio Nacional salió la orden para transferirlo, como titular de la Aduana en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. Apenas permaneció tres meses en esa posición.

El 10 de abril, recibió el oficio 300-05-00-00-00-2019-0264, firmado por José Ramón Vielva, en ausencia del administrador central de apoyo jurídico. Dirigido al empleado 128847, el escrito de terminación de la relación laboral dice en su parte medular: “El SAT, en su carácter de patrón equiparado, notifica a Usted su cese por pérdida de la confianza en el puesto”.

De poco le valieron dos décadas en el servicio público en puestos de alta responsabilidad. Tampoco, haber aprobado las evaluaciones periódicas ni los exámenes de control y confianza. El SAT —al igual que otras dependencias adscritas a la Secretaría de Hacienda— recurría a la Secretaría de Gobernación para aplicar pruebas psicométricas y poligráficas a los servidores públicos con acceso a información sensible.

“Los trabajadores de confianza carecen de estabilidad en el empleo”, le recuerda Vielva. Antes, Henry Rodríguez había sido emplazado por el administrador central de Operaciones de Aduanas, Arnoldo Martínez Rentería, a presentarse en las instalaciones de la empresa Poligrafía.

Eran instrucciones superiores. Del administrador general, Peralta Saucedo. Los trámites ante la empresa (solicitud y fecha para la evaluación) fueron realizados directamente por Martínez Rentería. Y como una veintena de sus compañeros, el entonces titular de la aduana de la AICM acudió al segundo piso de la torre, ubicada a dos calles de Plaza Inn, con una identificación oficial. “No debe estar desvelado y debe tomar sus alimentos correspondientes”, dice el correo electrónico que sirvió de citatorio para las pruebas poligráfica, psicométrica y toxicológica. La socioeconómica quedaría pendiente.

A diferencia de las pruebas aplicadas por las instancias gubernamentales, la firma contratada por el SAT contemplaba una duración de al menos seis horas para las evaluaciones. Las recomendaciones de la CNDH sobre la ilegalidad de la prueba poligráfica —es violatoria de los derechos humanos— poco importan en los asuntos de seguridad nacional.

Henry Rodríguez fue citado por Martínez Rentería, hace tres semanas. A nadie se le puede negar una renuncia, cuando se pertenece a otro equipo. Y lo que diga cualquier notificación de terminación de la relación laboral —“los motivos o hechos por los cuales se determina el cese y los efectos que éste representa en material laboral son independientes de aquellos que en su caso se presenten, con motivo de procedimientos que llegara a instrumentar el OIC— resultan menos intimidantes que ver un revolver en el escritorio, cuando le informan que los resultados de las pruebas no fueron satisfactorios.

El recinto fiscal de la AICM es una instalación estratégica, fuera de la jurisdicción del director de la terminal aérea. El titular de la aduana depende directamente del administrador general, Ricardo Peralta Saucedo, y debe coordinar tareas con el comandante de la Policía Federal y el director general de Operaciones.

Esa triada integra el Comité de Autoridades y deciden sobre lo que transita entre las plataformas de embarque y el recinto fiscalizado. Fuentes del sector aduanal consideran que los movimientos recientes propiciarían el regreso de Eva María Viridiana Soria, quien estuvo al frente de la Aduana de la AICM hasta abril del 2017, cuando fue enviada a Ciudad Juárez. Peralta Saucedo la envió hace tres meses a Tijuana.

Soria sería parte del engranaje que controla las aduanas desde hace una década y del que también formarían parte Alejandro Miramontes, quien se hizo cargo de Mexicali, y Margarito Martín Saldaña, en Manzanillo. Los tres, junto con Martínez Rentería, han desarrollado una amplia carrera dentro del servicio aduanal y cuentan con una larga lista de asuntos polémicos, que ya han sido abordados en las conferencia de prensa del presidente Andrés Manuel López Obrador, en Palacio Nacional. El pasado jueves 11, cuestionado sobre presuntos actos de corrupción que involucran al titular de la API de Manzanillo, el Ejecutivo federal se comprometió a limpiar las aduanas.

“Una comisión del más alto nivel fue a Manzanillo y allá se enteraron de actos de corrupción; nos informaron y ya se está procediendo, pero no sólo es ese caso”, reveló, “y de una vez les digo a los corruptos que presenten sus renuncias, porque así a lo mejor ni se va a enterar la gente. Si se aferran pensando que se van a colar, no lo van a lograr y, cuidando los procedimientos legales y no afectando la dignidad, a veces van a ser expuestos, lampareados… No tiene caso. Toc, toc, toc, hay que tocarles la puerta. Ya se acabó la corrupción y la impunidad”.

Hasta el cierre de este espacio, Margarito Martín Saldaña sigue en funciones. El equipo encabezado por Martínez Rentería habría sobrevivido, al menos dos sexenios. En la pasada administración —con Oswaldo Santín como jefe del SAT y Guillermo Peredo Rivera como encargado de la administración general de Aduanas— estuvieron replegados pero con la cuarta transformación han regresado a posiciones relevantes.