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Supongamos que hoy inicia el gobierno de Andrés Manuel López Obrador y por lo tanto hoy se establece el precio oficial de las gasolinas, ese que habrá de aumentar conforme al Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC).

Bueno, vámonos por partes. ¿Cuál será el precio oficial del gobierno de López Obrador? ¿Los 14.20 que cuesta un litro de gasolina Magna en Reynosa o Matamoros, o los 19.20 de la Ciudad de México?

Si se mantienen esas diferencias regionales en el esquema de un precio controlado, habrá mexicanos de primera y mexicanos de segunda. Porque no estarían aplicando los criterios de mercado que hacen que las diferencias en costos marquen precios diferentes.

Después, ¿qué día se va a fijar el precio controlado de la gasolina? Puede ser en un momento de tensiones mundiales cuando sube el precio del petróleo y por lo tanto suben los precios de las gasolinas en el mundo libre.

O puede darse un día que aumente la producción y disminuyan unos centavos los precios internacionales.

Cuando el precio quede fijo, oficial, controlado, como en el México que pensamos había quedado atrás, vendrá un aumento conforme al INPC. ¿Será cada mes de enero para que regrese la famosísima cuesta de enero y cuando la inflación es alta por la actividad comercial de diciembre? ¿Podría ser en la primavera, cuando se presentan los registros inflacionarios más bajos del año?

Sube la gasolina con la inflación, supongamos con el cálculo que hacen los propios futuros funcionarios del gobierno de López Obrador de 5 por ciento. Pasaría, por ejemplo, la Magna, de 19.20 a 20.20. Si fuera este gobierno le llamaríamos gasolinazo, pero en el próximo, ¿debemos decir que no subió, sino que se ajustó en términos reales?

La inflación de los energéticos no tiene nada que ver con una inflación general. De hecho, vincular ambos precios acaba por contaminar al INPC porque le pone un piso a cualquier aumento.

La inflación le da el monto de incremento a la gasolina, pero la gasolina se convierte en el ejemplo para subir los precios. Y eso genera que la espiral de incrementos sea ascendente.

Entonces, ya fijaron el precio en 20.20, porque el día que lo hicieron supongamos que un barril de gasolina costaba 90 dólares, lo que implicaba ese costo al público ya con intermediación e impuestos. Pero entonces se da una repentina baja internacional en los precios de los hidrocarburos, y el barril de 159 litros de gasolina cuesta ahora 75 dólares.

¿Van a bajar el litro de gasolina a 18 pesos? ¿Y si vuelve a subir el precio internacional, lo regresan a los 20 pesos?

Ahora que van a ser gobierno encuentran que la realidad es muy diferente a lo que se puede prometer. Ya hicieron el primer ajuste en las promesas y pasaron del precio fijo al precio con ajuste en términos reales.

Deberían valorar el enorme costo que pagó el gobierno de Peña Nieto al liberar los precios y en todo caso seguir jugando con los impuestos especiales a los ajustes cotidianos.

Lo que va a hacer el gobierno de López Obrador con su plan de precios controlados es acercarle un cerillo a la gasolina en donde van a perder o los consumidores o las finanzas públicas.

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