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Un espectador es aquél que se remite a observar a la distancia lo que sucede frente a sus ojos, no toma ningún tipo de acción para involucrarse, porque tiene claro que ha ido para ocupar ese espacio en donde no tenga ningún tipo de necesidad de tomar otro tipo de rol que no sea el de mirar.

Quienes asisten a un espectáculo van por entretenimiento, es como ir de oyentes y ser parte de una audiencia quieta y fija en sus propios lugares asignados.

Eso es lo que vimos el pasado lunes en la ceremonia del 200 aniversario de la Consumación de la Independencia con una recreación histórica en el Zócalo de la Ciudad de México.

Un evento en donde hubieron invitados selectos, entre el gabinete, ministros, embajadores y consejeros de distintas embajadas, pero sin la posibilidad de que ciudadanos de a pie pudieran estar presentes.

Un espectáculo de pasajes históricos sobre el Zócalo, acto resumido por el presidente como un “evento vivido hace 200 años que marcó siempre nuestra separación política con España”.

Pero con esta foto que circuló en redes sociales desde ayer por la mañana, no puedo ver más allá que a dos espectadores que se niegan a jugar su papel, el más importante de sus vidas, al estar, principalmente él al frente de un país como el nuestro y el de ella, pudiendo ser un personaje que uniera masas y que implementara programas de cultura, educación, igualdad de género y salud para mujeres y niños, lo que haría una primera dama.

Un presidente engreído, sentado de manera recargada en su totalidad en una silla de piel, con la mirada en alto, admirando los fuegos artificiales que bailan rítmicamente entre una explosión y otra.

Mira de manera periférica, el todo frente a sus ojos. Los actores a lo lejos, pero muy lejanos, a lo que yo me pregunto ¿si quiera habrán visto más allá de las pantallas?

Un enorme espacio, separados, divididos, dejando muy claro quién puede estar cerca y quién no.

Un encuadre que remite a un México de fiesta, a un país que celebra y que lo hace a lo grande, sin ningún tipo de límite en el presupuesto. Se celebra a su manera porque no se podría hacer de otra forma ante el escenario que “observamos” y vivimos el resto de los mexicanos.

Mientras tanto la persecución a los científicos, la falta de presupuesto en todas las instancias, la aún cruda y frívola visita de dictadores al país, el tema migratorio en el abandono, los derechos humanos en el olvido, hombres, mujeres y ciudades enteras damnificadas sin saber cómo reiniciarse ante la falta de presupuesto y el estado permanente de la pandemia.

Continúa el desabasto de medicamentos, el número de muertes, secuestros y la violencia en el país, todo esto entra en el registro genérico del “cómo estamos”.

Entonces esta imagen se vuelve un ejemplo perfecto para que entendamos que su manera de ver las cosas, no es la misma que nosotros. Que su posición frente al país es tan cierta como cualquier espectador que no desea tener cercanía, empatía y ni mucho menos involucrarse.

Ese espacio entre la tarima donde se encontraba la pareja y la otra en donde los actores llevaron a cabo su espectáculo, es el mismo entre su investidura y la ciudadanía.

Miran de lejos, sentados en la comodidad de cualquier objeto que pertenezca a un palacio, porque ellos observan desde allí, desde lo alto y sin duda no se ve igual que desde aquí abajo.

Los espectadores - faybjywuyayongx
Celebración bicentenario de la Consumación de la Independencia en el Zócalo.