Elecciones 2024
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Ante los problemas que vivimos diariamente como sociedad e incluso como humanidad en el mundo entero, debe de haber siempre quien observe como un espectador que busca a como de lugar de capturar las escenas para ser distribuidas a los ojos de quienes no están allí.

El fotoperiodismo encarna la esperanza y la desesperanza, el placer y el dolor, el humor y la desgracia de lo que sucede en las calles y donde no hay en realidad una regla máxima de lo que puede o no puede pasar.

La tarea diaria de quien decide dedicarse al fotoperiodismo no solo es informar, desde el más puro romanticismo de hacerlo por hacer, sino que es que lo que él mira pueda ser recibido de la misma manera por alguien que ni siquiera se imaginó que podía trasladarse allí a través de una sensación y una reacción.

Quien mira por la lente, desconoce quién verá su trabajo, pero sabe bien que cada decisión que tome en matera de tecnicidad y feeling, le dará cierta ventaja para conectar con el espectador y entonces el evento frente a sus ojos tome mayor relevancia para la memoria de quien lo mira.

El fotoperiodismo es mejor cuando nos hace sentir, nos provoca y nos duele.

Como es el caso de eta imagen de Sashenka Gutiérrez, quien nos ofrece otra perspectiva de lo que vimos durante la noche de anoche en la Ciudad de México.

Un colapso de la línea 12 del metro, un puente que se desplomó y provocó que dos vagones con pasajeros cayeran de manera repentina y ocasionara, hasta ahora, la muerte de 23 personas y 70 heridos.

Una trabe vencida, una serie de advertencias previas desde el temblor aquél de 2017, vecinos que veían venir una catástrofe y que fueron ignorados.

Algo estaba mal y lo sabían quienes visten de traje oscuro, camisa blanca y no utilizan el sistema de transporte de la Ciudad de México.

Las imágenes que hemos visto desde la noche de anoche y la madrugada son terribles, el momento en que los coches circulaban en ambas direcciones y el sorpresivo derrumbe de los vagones que cayeron de golpe.

Imágenes que nos trasladan al interior de los vagones para imaginar el instante en que hombres y mujeres que seguramente ya iban cansados después de un día laboral, pensaban en llegar a sus casas, algunos con el celular en la mano chateando o enviando mensajes que estaban por llegar a casa, otros viendo videos, algunos más dormidos o cabeceando porque el cansancio los había abrumado.

El metro de la Ciudad de México es un reflejo de la gente que va de un lado a otro, que trabaja, que ocupa ese momento para dormir, para leer o mujeres que suelen irse maquillando y peinando.

Familias que se trasladan al final del día con sus hijos dormidos en el regazo, novios que aprovechan hasta el último momento para besarse antes de separarse al llegar a la estación.

El metro de la Ciudad de México, como el de todas partes, acumula y conserva un sinfín de historias.

En esta imagen de Sashe lo vemos claro, las historias que viajaban allí dentro se colapsaron, se truncaron justo a la mitad. Sus cuerpos volaron hacia delante, al vacío, a un montón de justificaciones que hasta ahora nadie se hace responsable.

La gente mirando a su alrededor, los equipos de rescate, los bomberos, la policía, los medios de comunicación y todo aquél que se unió para poder ayudar a sacar los cuerpos de quienes no entendían qué había pasado y de quienes lamentablemente perdieron la vida.

El fotógrafo Jean Mohr, dijo alguna vez que solo ocasionalmente una imagen era autosuficiente, y esta lo es.

No hay mucho que explicar, no hay mucho que decir, no hay palabras para describir la desavenencia de familias que han quedado rotas por quienes no llegaron a casa en la noche de ayer.

Esto sucedió aquí en nuestro país, en un México que pareciera estar sostenido por acciones envueltas en corrupción de unos y de otros, y que lamentablemente los más perjudicados seguimos siendo los ciudadanos.

Historias rotas - screen-shot-2021-05-04-at-75310
Foto: Sashenka Gutiérrez