Elecciones 2024
Elecciones 2024

Las vacunas contra el COVID-19 llegaron a nuestro país, resguardadas tras una caja enorme de color amarillo mostaza, cubierta de plástico, con una etiqueta grande con la clave AKE 8439 DHL.

El avión de color amarillo con rojo, los trabajadores descargando tan esperado paquete, un servicio de mensajería que hizo a muchos mexicanos reconocer una ligera esperanza en que el gobierno actual prestaría una mayor atención y ayuda a una pandemia que se ha descontrolado y que ha matado a más de 119 mil personas.

El antídoto para disminuir el riesgo, una esperanza dentro de una jeringa que nos colocaba en el escenario que más le gusta al mexicano: el de la fe.

Al mexicano le gusta creer, busca colocar sus enormes derrotas y esperanzas en algo o en alguien, y ahora dentro de los múltiples sermones que el presidente dirige a la gente, se le han sumado cientos de miles de plegarias para que le respondan a las familias desconsoladas que han perdido a sus padres o hijos a causa de esa pandemia, que desde un inicio se decía, estar controlada.

La foto que hoy capturó Sashenka Gutiérrez, fotoperiodista mexicana, es la única imagen que debimos de haber visto publicada en todos los medios, incluso haber visto por televisión.

Nadie necesitaba más, solo la simulación de que allí estaba el primer envío de las vacunas. Nada más.

Las vacunas, no teatrocracia - laura-garza-las-vacunas-no-teatrocracia
En la foto, el cargamento de las vacunas contra el COVID-19 que llegó a México. Foto de EFE/Sáshenka Gutiérrez

Pero pareciera que de este encuadre horizontal y cerrado que Sashe realizó, dejando de lado a los repartidores y trabajadores del aeropuerto, la toma se fue abriendo hasta ver un espectáculo simulado, medroso y asequible.

La imagen es un instrumento que comunica todo, y en la política se utiliza para crear o recrear escenas que sean admisiblemente correctas para la gente, para que los vean, los observen y terminen recibiendo una especie mixta de admiración y aceptación.

Los políticos lo saben, la gente que trabaja alrededor de ellos deben de tenerlo claro y por si fuera repetitivo, los medios lo reconocen aún más.

La imagen es un acto de existencia, una demostración de lo hecho, de lo pactado, de lo que les interesa que todos lo vean y puedan dar vida a una opinión que ellos mismos generan.

El poder también se sostiene o se destruye por imágenes, allí su poder.

Por eso es que no debieron ni de acceder a estar López-Gatell y el titular de la Secretaría de Salud, Jorge Alcocer ni mucho menos posar sonriendo ante la cámara de los fotoperiodistas presentes.

A eso le llamó Georges Balandier, como teatrocracia, esa que se arma en escenas como la de hoy, en donde la apariencia de poder y de eficacia funcionan.

Por eso hoy no debimos de haber visto ni al titular de la Secretaría de Hacienda, Arturo Herrera y por la causa tan pertinente que no han querido aparecerse en los hospitales, allí en donde la gente la está pasando mal, ni tampoco comprado suficientes respiradores o haber creado una especia de ayuda económica a los comerciantes y todos aquellos que han perdido su trabajo por esto.

La política de hoy se ha rebajado a ser lo más grotesco y antihumano. Los gobernantes se ríen, están de buen humor, hacen chistes, se burlan de periodistas y de una nación entera al no colocarse el traje debido en una situación de emergencia.

Qué fácil es tomar una hoja guía (copia) de un supuesto envío para tomarse una foto, y no entregar cubrebocas en la mano a la gente en la calle, o ayudar al personal médico con acciones directas.

Sashenka nos dio la foto y sin embargo, vimos otra. Vimos a los que no queríamos ver, la que no era necesaria, porque en la mezquindad de querer ser bufones, decidieron estar en donde no debieron estarlo.

Solo nos interesaba ver la llegada de las vacunas, no una dramatización de victoria.