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Muchos cancelamos los vuelos y las reservaciones para el viaje tradicional del verano. Las vacaciones se han quedado en suspenso por este año.

El riesgo, la economía, el miedo, la incertidumbre de no saber que pasará, nos coloca en una situación donde solo queda esperar y comenzar a ver fotos de amigos, familiares o desconocidos que han decidido salir de vacaciones, pese a todo.

Este inicio de una nueva normalidad es para todos los habitantes del planeta, la manera de viajar, la búsqueda de nuevas costumbres acaba de iniciar. Todavía no sabemos si nos acostumbraremos rápido a vernos siempre con cubre bocas, a viajar como si fuéramos a una fiesta de disfraces o como si quisiéramos ser parte de la NASA.

La resiliencia en su máximo esplendor, porque sin duda la vida sigue y seguirá, pero con nuevas variables en donde se nos pone en juego nuestra salud y la propia vida.

Hoy la fotografía a analizar, es la del fotoperiodista peruano Hugo Curotto quien trabaja para el medio local El Comercio y que aprovechó la salida de la gente a la playa de la Costa Verde, después de pasar los primeros 100 días de cuarentena.

Bajo la indicación de su presidente Martín Vizcarra de no tener que guardar una cuarentena extrema, la visita a las playas y salir de casa se hizo viable.

Claro, todo con las mismas indicaciones que ya conocemos, la sana distancia y los cubre bocas, caretas y todo lo que te evite contagiarte del bicho covid.

Retratos de la nueva cotidianidad de quien acude a la playa a asolearse, a distraerse, a ver el mar, a que los hijos jueguen, a creer que todo seguirá igual, pero con un montón de medidas extremas como el uso de la careta o los cubre bocas en los niños.

Vemos a dos mujeres sentadas frente a una niña, en donde una de ellas se quita la careta y se baja el cubrebocas, mientras la chiquita que nos da la espalda suponemos que también se ha quitado la careta y desconocemos si trae aún cubre bocas.

No puedo imaginar el calor que ha de ser traer todo eso en pleno sol , arena y mar, si viviendo en Monterrey con 38 o 40 grados es incómodo, así ha de ser un suplicio.

Pero también tenemos el contraste en el mismo cuadro, porque al fondo vemos a una pareja sin ningún tipo de protección anti-covid, que se encuentra acostada en la arena, asoleándose y observando.

Ya he hablado aquí de la importancia de todas estas imágenes como documentos valiosos de una transición generacional, de los que vieron pasar esto como una barahúnda pandemia y de los que crecerán con un nuevo modelo de vida, donde estar pegados a la pantalla será tan normal, como tener varios cubre bocas de distintos colores y materiales dependiendo de la ocasión.

¿Será?

Pero también seremos los que viviremos expuestos a compartir espacios con quien no desee cubrirse, a excepción que sea una regla ineludible, porque mientras tanto unos se protegerán y otros fungirán como espectadores de riesgo.

Las marcas del cubre bocas como señal de que fuiste a la playa y nunca te lo quitaste por estar cercano a mucha gente, difícil entender que eso también será parte de nuestra nueva normalidad.

Estamos ante un cambio de costumbres globales, que vale la pena fotografiar lo que usted ve por las calles y en su vida cotidiana, hágalo como una tarea de todos los días, en donde observe cómo ha cambiado la dinámica en casa y la de sus vecinos. Un día, podrá usted contar con las imágenes, que lo que nos hizo cambiar, fue el miedo a contagiarnos y morir a falta de poder respirar.

Sigan el trabajo de Hugo, quien tiene un ojo muy fijado al detalle de lo que pasa en las calles.

Las vacaciones - screen-shot-2020-07-24-at-193605
Foto: Hugo Curotto / Instagram; Hugocurotto_photojournalist