Elecciones 2024
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No obstante que en la política no le ha ido mal, Jose Murat Casab, bien pudo dedicarse a la escritura de cuentos, telenovelas o películas, porque la ficción se le da.

En marzo del año del 2004, Marian, Ivonne y Sabrina, tres artificiales bellezas, prodigios del silicón; modelos del programa de televisión La Hora Pico, fueron contratadas para con su presencia dar realce a la inauguración, en la ciudad de Oaxaca, del Campeonato de la Liga Mexicana de Béisbol, en la que juega el equipo local llamado Los Guerreros.

Gobernaba la entidad José Murat, a la sazón viudo, aficionado a los buenos tragos y a la parranda larga, con la libido dispuesta a cualquier desaire. “En plenitud del pinche poder” invitó a las damitas a una fiesta íntima esa misma noche en el Hotel Victoria. Al parecer sólo dos de ellas aceptaron la invitación, aunque, posteriormente, las tres negaron su asistencia al reventón.

El sol tocó la campana del amanecer y se acabó el recreo. Frase poética con la que quiero decir que al filo de las 7 de la mañana el festejo se acabó. Acompañado de sus escoltas, a bordo de su camioneta, el “go-bebe-rnador” se dirigía a su casa cuando a su paso salió una mujer que disparó un arma sin pegarle a nada. La señora en cuestión, luego se supo, era una celosa y despechada arquitecta, subsecretaria de Obras Públicas en el gobierno de su infiel novio quien al escuchar el balazo y verla armada, alterado como se encontraba, se alarmó de tal manera que, sobre la marcha, maquinó un atentado. Sus escoltas que algo deben de haberse metido mientras el mandatario se divertía, aceptaron sin chistar los burdos y peligrosos papeles que exigía el libreto del político convertido en dramaturgo. El jefe de ellos se dio un tiro en una pierna. Otro disparó su arma al parabrisas pero desde adentro del vehículo.

Médicos del Seguro Social reportaron que a la institución llegaron el jefe de escoltas herido de bala en un muslo, una mujer en estado de exaltación neurótica y el gobernador en estado de confusión mental.

Tres meses después, el 5 de junio del 2004, la Procuraduría General de la República (PGR) concluyó que el gobernador de Oaxaca, José Murat, no fue víctima de ningún atentado. Verdad histórica.

El avión

Se supo que el ex gobernador de Oaxaca, José Murat Casab, puso en venta su avión privado en 1 millón de dólares. La matrícula de la aeronave XA-JMC coincide con las iniciales de su nombre.

Ese mismo día, Ciro Gómez Leyva, en Radio Fórmula, entrevistó al político de marras (iba yo a escribir de jarras) quien negó la propiedad de la aeronave: “Yo no tengo ningún avión, ni he tenido ningún avión y cuando fui gobernador los aviones que se usaban en el gobierno del estado eran dos Turbo Commander del gobierno del estado”. (Oaxaca, uno de los tres estados más pobres del país, posee dos aviones para sus gobernantes. Bueno, habrá que considerar necesario el uso de dos aviones porque en la entidad no hay carreteras).

Gómez Leyva le preguntó si alguna vez había usado el jet de referencia. Tras una pausa Murat Casab respondió: “Alguna vez los amigos nos hacen el favor de prestarnos a veces. (Redundancia cantinflesca que sirve para crear sobre la marcha el siguiente enunciado). Yo llegué a tomar ese avión con unos amigos, un vuelo para un asunto de trabajo (por supuesto, no me lo imagino haciendo otra cosa) y cuando vi que decía JMC, me reí (esa es coincidencia no jaladas) y dije este es el avión que anduvieron diciendo que era mío”. (Se equivocó de tiempos verbales, mi estimado: Usó el pretérito perfecto simple: “anduvieron” en lugar del futuro simple: “andarán”. A no ser que ya desde entonces la maledicencia popular le achacara la propiedad del aparato al que por primera vez se subía según su propio dicho).

Ciro lo interrogó sobre sus amigos dueños de la aeronave a lo que el entrevistado contestó: “Estoy buscándolos para que me hagan el favor de enviar una aclaración por escrito, para que digan quiénes son los propietarios o cuál es el mecanismo” (A ver si entendí: ¿Anda buscando a los amigos que le prestaron el avión para que por escrito digan quienes son los propietarios del mismo? ¿Pues que no es de ellos? ¿A qué mecanismo se refiere? ¿Al que hace volar al avión?).

Murat insistió sobre sus amigos en plural: “Voy a buscarlos (¿dónde están?, ¿de quién se esconden?), para que me hagan el favor de dejar claro que ellos son los que tienen que ver con el tema de este avión” (…) Espero que los propietarios, que uno de ellos es amigo mío, lo aclare” (¿Por qué del plural pasó al singular? ¿Qué tal si por hacer menos amigo al otro o a los otros dueños no aparece ninguno?).

Cuando el entrevistador le preguntó: ¿No nos puedes decir el nombre? (del amigo socio de la propiedad del avión). La respuesta fue contundente. No, no puedo, es un empresario. (¡Ah caray! ¿Qué clase de empresario será para mantenerlo en secreto? ¿Será de cuello blanco? ¿O será de polvo blanco de ese que si uno se mete mucho termina alucinando atentados con tranchete?)