Si prevalece el plano local en la elección intermedia, es difícil que el partido gobernante supere el porcentaje de votos de la elección de 2018
Después de 1991, siendo Colosio dirigente del PRI, ningún partido gobernante ha vuelto a incrementar su presencia en la Cámara de Diputados en elecciones intermedias. Es explicable que los presidentes busquen no solo ver ratificado su gobierno con votos, sino que su partido tenga suficiente músculo legislativo para dar espacio a la agenda de la segunda mitad del gobierno.
Lo inédito de los comicios próximos es que concurren elecciones locales prácticamente en todas las entidades, 15 de éstas con elección de gobernador. Por esta consideración estimo que la prospectiva que muestran los sondeos de opinión en estos momentos es imprecisa, por no decir inexacta. Se está midiendo o evaluando al partido menos desacreditado; al partido gobernante le favorece su corta historia y la imagen favorable de López Obrador.
En la prospectiva, deben considerarse dos planos de la contienda: el nacional, que polariza y hace a Morena el partido a vencer, con la discusión de los temas generales, particularmente el desempeño del Presidente, y el local, que es la disputa que en cada entidad o municipio tiene lugar y en el que Morena es una opción entre tantas. La tendencia en elecciones concurrentes es que el cargo ejecutivo es el que más influye en la definición de la intención de voto, esto es, gobernador y presidente municipal.
Los candidatos a gobernador y presidente municipal serán clave para el desenlace en la integración de la Cámara de Diputados, con un elemento adicional: los partidos aliados al gobernante no pueden o no les conviene acordar una coalición total. A los de nuevo registro la ley se los impide, y para el PT y PVEM salvar su registro los obliga a tener candidatos por su propia cuenta en comicios locales.
Si prevalece el plano local en la elección intermedia, es difícil que el partido gobernante supere el porcentaje de votos de la elección de 2018. Esto significa que se quedaría corto, por 30 o 40 diputados, o quizá más, para alcanzar la mayoría absoluta.
El resultado sería un giro importante en la política y especialmente en la actitud del gobierno ante la pluralidad. Hará mucha falta lo que de por sí escasea ahora: negociación y acuerdos.