Elecciones 2024
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Una de las expresiones más reiteradas en comunicación y relaciones públicas es que la percepción es realidad.

¿Es real la realidad?, plantea el psicólogo Paul Watzlawick de la corriente sistémica en uno de sus principales libros que lleva esa pregunta como título. La respuesta es que la realidad es subjetiva, se basa en la percepción individual, en las experiencias y  conocimientos de cada individuo que van conformando su sistema de creencias.

Luego entonces una pregunta que se derivaría es si existe una percepción colectiva. Sin duda, para algunos psicólogos sistémicos no, para algunos comunicólogos y sociólogos sí cabría la posibilidad. Y es parte de lo que estamos viendo hoy en día en México como país en que, particularmente, en lo político se ha ido generando una sensación de incredulidad, desconfianza respecto a los políticos, el gobierno y los partidos, a partir de la crisis de Guerrero.

La percepción se volvió más poderosa hasta cerrar en una realidad que, incluso, ha sido mucha más lacerante que la realidad misma. Se sabía de la corrupción desmedida, de los conflictos de interés, de la impunidad, del arribismo, pragmatismo, clientelismo y soberbia de los partidos políticos, pero hoy la percepción de descomposición no sólo se ha fortalecido, sino se ha exacerbado.

La reflexión viene a cuento porque recientemente el Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública de la Cámara de Diputados liberó los resultados de una encuesta de la cual se desprende que 3 de cada 4 personas (mexicanos) consideran que el país “va por el camino equivocado” y que en México se vive una de las crisis más severas de los últimos 25 años.

Más de la mitad estima que este 2015 será peor que el año pasado y la percepción de esa misma mitad es de enojo respecto a los acontecimientos que desató la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa.

Los encuestados estiman que los principales problemas del país son la inseguridad (39 por ciento); la economía (24 por ciento) y la corrupción (14 por ciento). 

Hay pesimismo de acuerdo a la encuesta al medir el “estado de ánimo social” y hay una posición negativa respecto al gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto, al medir el “estado de ánimo público”. Del total de encuestados, 60 por ciento se consideró pesimista respecto a lo que resta del sexenio y 21 por ciento neutral. 

En este año de elecciones, del total de encuestados 29 por ciento aseveró que sí votará y el resto se reparte en los que no saben y no lo harían.  Es de esperarse, entonces, que la sombra del abstencionismo estará presente en los comicios federales y en algunos locales, en gran medida. Y esto puede ser malo para el país pero bueno para algunos partidos que ganan con la apatía social porque les ayuda a maniobrar con los votos.

La percepción colectiva, por tanto, puede pesar de manera importante en los siguientes meses. Y pareciera que los nuevos casos de corrupción, conflictos de interés y asesinatos relacionados con la violencia sólo continuarán incrementando esa percepción negativa en el ánimo social.

Una pregunta regular: ¿y la economía?, ¿realmente está muy mal al economía?

Parte de la respuesta es que durante 2014 y seguramente en 2015, ha habido crecimiento económico del país desde una perspectiva regional. Estados como Aguascalientes, Baja California Sur, Coahuila, Sonora, Chihuahua, Guanajuato, Nuevo León, Jalisco y Puebla han experimentado crecimientos en su producto interno bruto muy arriba de la media nacional, de acuerdo al estudio Actividad Económica Regional de Banamex de mediados de 2014. Entidades en las que, además, los indicadores de inseguridad son menores.

Oaxaca, Guerrero, Michoacán y Chiapas son estados en que no sólo no ha habido crecimiento, sino decrecimiento en el PIB local. Y ahí están altos focos de inseguridad y violencia.

Este año es de doble filo porque las campañas políticas pueden contribuir en mucho a la confusión, a la desazón social y a seguir generando sensaciones de desconfianza, pero podrían ser espacios para crear una sensación colectiva de que hay que un futuro con optimismo. Habrá gatilleros que todo lo ataquen pero también el riesgo de un optimismo desmedido.

Si quienes tienen a su cargo la toma de decisiones nacionales en todos los ámbitos desestiman las percepciones, estarán minimizando la realidad y por tanto reforzando una espiral de pesimismo que, tarde a temprano cobrará las cuentas.

Al gobierno, a los gobiernos,  toca trabajar en  la construcción de una percepción colectiva que rompa con el pesimismo pero esto demanda que haya hechos, que de verdad las promesas se conviertan en una realidad. Y no queden como parte del discurso político o la apuesta de quer todo quedará sanado por la pérdida de la memoria colectiva.

Postscriptum.- El fraude en Ficrea sólo demuestra la otra impunidad: la de vivos, vivos, que ante la falta de controles efectivos de los reguladores en el ámbito financiero han encontrado el mejor espacio para el lavado de dinero, el jineteo desmedido y el saqueo de los recursos de quienes confían en supuestas instituciones para depositar sus ahorros. Pero no sólo de ahorradores y pequeños inversionistas, sino de las tesorerías de gobiernos y el mismo Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal.