Elecciones 2024
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El viernes pasado, durante la apertura del Encuentro Nacional de Procuración y Administración de la Justicia, el presidente Peña Nieto expresó: “Debo decir con toda honestidad que, con razón y urgencia, los mexicanos exigen que la ley se cumpla. La sociedad, con razón, está harta de sentirse vulnerable, está cansada de la impunidad y la delincuencia”. En mi opinión el diagnóstico del mandatario es acertado, siempre y cuando en el sustantivo delincuencia, además de los transgresores de la ley que forman parte del crimen organizado, englobe también a los que los protegen: alcaldes, gobernadores, jefes policíacos, ministerios públicos, jueces, procuradores y demás casta política que nos depreda.

El Ejecutivo mentó la soga en la casa del ahorcado, ya que estaban presentes y escucharon su discurso, entre otros, el procurador general de la República; el presidente del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal, que a su vez es presidente de la Conferencia de Tribunales Superiores de Justicia de la nación; el gobernador de Chihuahua, que es el presidente de la Comisión de Justicia de la Conago.

También entre la concurrencia estaban las procuradoras y los procuradores de Justicia del país; los presidentes de los Tribunales Superiores de Justicia de la nación, así como legisladoras y legisladores federales, magistrados y servidores públicos de procuración de Justicia y de los tribunales superiores de la República.

A su auditorio el presidente le recordó que “una de las principales demandas de la sociedad mexicana es contar con mejores resultados en procuración e impartición de justicia”.

Esta modesta columna se atreve a manifestarle al señor Peña Nieto que además del hartazgo por la mala impartición de justicia, estamos, no hartos, sino lo que le sigue: hasta la madre por el tráfico de influencias, la corrupción, la impunidad y la simulación de los tres poderes y los tres niveles de gobierno.

El triste caso de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos ha servido para que la sociedad saque a la luz pública todo el resentimiento acumulado hacia el gobierno por acontecimientos lejanos, recientes y de actualidad, como la revocación de la licitación del tren México-Querétaro, por un posible conflicto de intereses, que costará al país 590 millones de pesos.

Sin tomar en cuenta a los mal llamados anarquistas: vándalos equivocados en sus tácticas obsoletas y provocadores infiltrados por el gobierno con el afán de que pequen justos por pecadores, hacer imperar el miedo y desprestigiar a los marchistas ordenados y pregoneros de demandas irrebatibles; todos los participantes de las varias marchas que hubo a nivel nacional el pasado 20 de noviembre, con su presencia, además de apoyar a las familias de los estudiantes desaparecidos, enviaron un mensaje de rabia en contra de los políticos, agrupados en los partidos que no representan a nadie más que los oscuros intereses de unos cuantos.

El PRD que, internamente, tiene más divisiones que un examen de matemáticas de 6º de primaria, ha resultado compañero de viaje del gobierno. Si este partido es de izquierda, yo soy futuro premio Pulitzer.

El PAN, que también se encuentra segmentado en grupúsculos, pasó de ser el partido de los mochos al partido de los moches.

El PRI es el PRI de siempre. Aunque al dinosaurio le pongan copete dinosaurio se queda.

De las demás franquicias electoreras, sólo se puede decir que sus miembros por un cargo público son capaces de vender a su madre, con la diferencia de que los del PT y de Movimiento Ciudadano te la venden y te la entregan; los del Verde Oportunista, es decir Ecologista, te la venden pero no te la entregan y el Panal no tiene madre o, mejor dicho, sí tiene, pero está tras las rejas acusada de escupirle al cielo.

Por el bien de México, la partidocracia debe desaparecer. Cualquier grupo de ciudadanos con un programa adecuado puede registrar un partido y las autoridades electorales admitirlos sin mayores trabas. Porque, además, lo deseable y lo que quiere la sociedad es que no haya un sólo peso del erario para que se lo gasten los partidos políticos. Que éstos vivan de las cuotas de sus miembros y que sus finanzas sean transparentes.

Otra mentada de madre que la adolorida sociedad registra y reclama, son los altos sueldos y prestaciones de legisladores, ministros de la corte, secretarios de Estado y demás fauna, a los que los planes para el crecimiento económico del país les fallan, pero no así sus planes propios.

Quedan pendientes otros motivos de hartazgo que próximamente aquí serán tratados.

Un último comentario: Si el señor presidente piensa que con su propuesta de integrar una Fiscalía Especializada en Combate a la Corrupción; con la conferencia de prensa del procurador Murillo Karam y su teoría sobre la calcinación de los 43 normalistas desaparecidos; con la explicación de su esposa Angélica Rivera de cómo adquirió su casa de las Lomas; e incluso, con su declaración patrimonial indicando el valor de sus propiedades aunque no su ubicación; será suficiente para suscitar en la sociedad, que está harta, un borrón y cuenta nueva que le permita proseguir los cuatro años que le faltan de gobierno; opino, con todo respeto, que está equivocado.

Oí por ahí

Lo dijo el humorista mexicano Marco A. Almazán: La política es el arte de impedir que la gente se meta en lo que sí le importa.