El atractivo nuevo aeropuerto para la Ciudad de México no pasa hoy de ser una maqueta. Es como un condominio en preventa al que le pintan árboles muy verdes, calles sin tráfico y una edificación que destaca de cualquier otra que tenga alrededor. Y sí, la próxima terminal aérea va a ser algo espectacular. Esperemos … Continued
El atractivo nuevo aeropuerto para la Ciudad de México no pasa hoy de ser una maqueta. Es como un condominio en preventa al que le pintan árboles muy verdes, calles sin tráfico y una edificación que destaca de cualquier otra que tenga alrededor. Y sí, la próxima terminal aérea va a ser algo espectacular. Esperemos que suficiente en vías de acceso, estacionamientos y servicios, pero muy bonito.
Pero eso va a tardar algo más que el resto de este sexenio. Eso puede ser poco tiempo para el tamaño de la obra, pero es una eternidad ante la urgencia de un aeropuerto eficiente para la capital del país.
El actual Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) está saturado desde hace muchos años, además está enfermo de malas prácticas y corrupción. Pero oficialmente recibió la primera declaratoria de saturación desde junio del año pasado y apenas esta semana la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) refrendó ese estatus de saturación total de las operaciones.
No le cabe un avión más y cualquier contratiempo como una lluvia desquicia las operaciones de todo un día.
Los efectos económicos son muy altos. Primero, por el tiempo que como usuarios perdemos para utilizar el aeropuerto.
Desde la mala condición de las vialidades para llegar al aeropuerto (intente un viernes llegar a las 7 de la noche al aeropuerto por Viaducto) hasta el tiempo que va a pasar a bordo del avión esperando que le den autorización para tomar la pista de despegue.
Hay días en que es más fácil salir de su casa y llegar, por ejemplo, a Guadalajara en coche que hacer ese mismo viaje completo en avión.
Está claro que la SCT puede darse el gusto de cacarear la saturación del AICM porque ya cumplieron con la presentación del proyecto y su construcción ya está en marcha.
Es una manera de meter un poco de presión entre el resto de las autoridades, tanto las del mismo gobierno federal, como las autoridades locales que tengan algo que ver, para que esto se apure. ¿Prisa por servir a los hartos y afectados usuarios del AICM? ¡Por supuesto! Pero también un enorme deseo de que sea el actual presidente el que corte el listón.
¿Pero de aquí a ese día, no quedará más remedio que seguir sufriendo el actual aeropuerto?
Es quizá la oportunidad para revivir al aeropuerto de Toluca, que parecía que había recibido los santos óleos con el espectacular proyecto de Norman Foster.
Pero si ese aeródromo ofrece incentivos a las líneas aéreas, si el gobierno del Estado de México otorga facilidades a usuarios y empresas para que muevan o regresen algunas operaciones de México a la capital mexiquense, podrían darle al menos un lustro de viabilidad a un aeropuerto en semiabandono.
Es muy positivo que inviertan en mejorar un aeropuerto que tiene tantas incomodidades, pero en este punto los clientes se atraen con ofertas, no con instalaciones más bonitas.
Seguro que hay más de un mexiquense en el poder que tendría interés en revivir la actividad económica aeroportuaria en su tierra y que podría convencer a las empresas de aviación de que, si el AICM ya no alcanza, hay dónde pueden ahorrar y aterrizar con más calma.