Elecciones 2024
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Como se preveía, el rechazo al gobierno de Mauricio Macri se decantó en la victoria del peronista Alberto Fernández en las elecciones presidenciales. Al igual que en otros países de la región, en Argentina fue imposible aplicar las recetas económicas de siempre para atender la crisis que dejó el fin del “boom de los commodities”.

Ante la grave situación que heredó, Macri decidió eliminar los subsidios generalizados. En Ecuador, Lenín Moreno optó por quitar el subsidio a los combustibles. Y, en Chile, la gota que derramó el vaso fue el incremento a la tarifa del metro. En todos estos casos, las protestas obligaron a los gobiernos a diluir o, de plano, eliminar esas medidas.

Las sociedades latinoamericanas cada vez toleran menos la corrupción, los privilegios de los potentados, el agandalle del poder, la falta de oportunidades y las desigualdades. Lo que antes quizá se admitía ahora se considera injusto e inaceptable.

Las expectativas frustradas, la desconfianza en las instituciones y la creciente desigualdad —potenciadas por las redes sociales— explican la efervescencia social, con un activismo muy destacado de los jóvenes y las clases medias.

En este entorno, los ajustes de “libro de texto” se han vuelto explosivos. Paradójicamente, para evitar recurrir a ellos, hoy por hoy la única opción es apegarse a ciertos cánones del neoliberalismo. Con todo, no es lo mismo respetar la disciplina fiscal, el sistema de precios o el libre comercio, que aplicar a rajatabla el catálogo completo de políticas que llevan al desmantelamiento del Estado.

En el ámbito económico, la gente quiere un Estado comprometido que promueva un crecimiento incluyente. Quiere políticas que mitiguen las desigualdades y ofrezcan una red de protección para todos. Quiere, nada más y nada menos, sensibilidad social.

Ese fue el sentido del voto el año pasado en México. Y si la situación en las calles no es como la de Chile o la de Ecuador es porque la presión se liberó en las urnas. Además, el presidente López Obrador sabe que, si bien debe cuidar los balances básicos de la economía, también tiene que responder a las exigencias de cambio. Y amplios sectores de la sociedad se lo reconocen.