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Ver el petróleo mexicano por arriba de los 33.50 dólares por barril, como ocurrió el martes, se convierte en todo un evento informativo y entonces sacamos cuentas de cuántos meses tuvieron que pasar para ver en esos niveles el precio de la mezcla mexicana. Vemos que no habíamos tenido esa fortuna desde el 1 de diciembre del 2015. Al mismo tiempo, festejamos que la paridad del peso frente al dólar haya podido regresar por debajo de los 18 pesos por cada billete verde y nos sentimos confiados de que esa relación había ya encontrado un techo, después de aquellos momentos difíciles de febrero pasado, cuando vimos en algunas pizarras de venta al menudeo una terrible relación de 20 por uno.

Los mercados bursátiles se animan, como los vimos ayer, porque a pesar de estar en temporada de reportes corporativos, que suelen mover a los mercados en todas direcciones, reciben un buen dato de la economía china, que los hace soñar con la posibilidad de dejar atrás la pesadilla de la desaceleración global.

Pero si hay algo que hoy genera ilusión en el mundo financiero, a nivel del niño que espera con ansias a Santa Claus, es la reunión que tendrán este próximo domingo algunos de los países productores de petróleo más influyentes del mundo.

En Doha, capital de Qatar,se reunirán una docena de países productores, básicamente integrantes de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), más otros externos. Estarán Rusia y México.

La ilusión de los productores es que de este encuentro podrá salir un acuerdo más en forma de lo que propusieron hace un mes Arabia Saudita y Rusia, junto con Qatar y Venezuela, de congelar a los niveles de enero pasado los márgenes de producción de crudo.

En ese deseo de dejar atrás los peores episodios de baja del precio del crudo, que han provocado ya quiebras entre empresas petroleras y desajustes fiscales importantes entre los países productores, hay algunos que hacen cuentas alegres de tener en corto tiempo un nivel promedio de los referentes internacionales, como el WTI o el Brent, de 50 dólares por barril.

Es sin duda un problema para el buen resultado de la reunión que, previo al encuentro del fin de semana, la propia OPEP dio a conocer que ha reducido sus estimaciones de demanda por la desaceleración económica mundial.

Esto poco ayuda a los precios, pero podría ser una motivación más para los productores para que contuvieran sus ansias petroleras.

Sin embargo, hasta los más optimistas tienen claro que un acuerdo será muy difícil, cuando uno de los principales impulsores del encuentro y uno de los más grandes productores del mundo, Arabia Saudita, ha dicho con claridad que ellos congelarían su producción con gusto a los niveles de enero pasado sólo después de que Irán haga exactamente lo mismo, y eso simplemente no va a pasar.

Irán estuvo amarrado de manos durante muchos años por las restricciones de Washington y ahora que puede, no ve este país del Golfo Pérsico alguna razón para no soltarse el chongo. Es como el adolescente que dejan salir de noche por primera vez y optara él solito por acostarse temprano.

El peligro es que del tamaño de las expectativas puede ser la caída y eso generaría nuevos episodios de inestabilidad tan pronto como la próxima semana. Así que hay que estar preparados por si la famosa cumbre petrolera no se convierte simplemente en la trampa de Doha, que vuelva a generar una enorme volatilidad.

La reunión de petroleros, 
¿la trampa de Doha? - val_int_petroleros_140416