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Desde marzo del año pasado que la Fed comenzó el actual ciclo alcista en la tasa de interés de referencia, se ha suscitado un intenso debate sobre si la economía de Estados Unidos podría evitar una recesión.

El debate se ha centrado en si la Fed podría instrumentar un soft landing (es decir, una desaceleración suave y gradual de la economía) o si el endurecimiento de la política monetaria provocaría una recesión o hard landing. Aunque hay sectores que llevan meses en recesión, como la industria manufacturera, hay muchos indicadores que han venido desafiando las expectativas de recesión.

Hace un año, la opinión de un buen número de especialistas era que la posibilidad de un soft landing era seriamente amenazada por la evidente necesidad de la Fed de enmendar los errores de política económica cometidos en los últimos dos años cuando erróneamente se diagnóstico el panorama inflacionario como uno transitorio.

La tesis es que la economía estadounidense nunca había librado una recesión después de un ciclo alcista en tasas tan agresivo como el que se esperaba.

A 15 meses del inicio del ciclo alcista, la tasa de interés de referencia ha pasado de un rango de 0-0.25% a uno de 5-5.25%, mientras que la inflación ha bajado de un máximo de 9.1% en junio del 2022 a 4.9% al cierre de abril.

Esto implica que la tasa de interés real, que llegó a estar en 8.25% negativo en marzo del año pasado, ahora está en 0.35% positivo, cifra que podría aumentar a 0.55% si la inflación a mayo, que se publica esta semana, se ubica en línea con el consenso en 4.7 por ciento.

Aunque el endurecimiento de la política monetaria ha tenido consecuencias muy tangibles en el sistema bancario y ha provocado un fuerte apretón en las condiciones de crédito para los hogares y las empresas, la situación en el mercado laboral, y por lo tanto en el consumo, no es consistente con un escenario de recesión.

La publicación más reciente del reporte de empleo, correspondiente a mayo y que se dio a conocer la semana pasada volvió a superar ampliamente las expectativas del mercado. La nómina no agrícola creció en 339,000 empleos cuando el consenso de mercado esperaba 195,000.

Adicionalmente, los datos de mayo, lejos de mostrar una desaceleración, representan un incremento con respecto a la creación mensual de empleo promedio en los primeros cuatro meses del año que se ubica en 308,000. Con esta cifra, el número de empleos creados en lo que va del 2023 es de 1.57 millones, un ritmo muy superior al que se observaba en los cinco años previos a la pandemia.

Por otro lado, aunque se ha desacelerado su crecimiento, los salarios por hora siguen aumentando. En mayo, los salarios por hora crecieron 0.3% con respecto a abril, acumulando una variación anual de 4.3 por ciento.

Aunque la tasa de desempleo en mayo subió a 3.7%, desde 3.4% en abril, la cifra tampoco es consistente con un escenario de recesión y se explica por un incremento en el número de personas en la fuerza laboral.

Si bien una recesión se ve cada vez más lejana, eso no quiere decir que la economía estadounidense evitará una mayor desaceleración.

Como hemos subrayado en este espacio, la política monetaria suele tener un impacto rezagado en la actividad económica y el encarecimiento del crédito, combinado con un creciente nivel de endeudamiento de los hogares y las empresas, tenderá a moderar el ritmo de expansión del consumo tarde o temprano.

Asimismo, la creación de empleo debería comenzar a mostrar un menor ritmo de crecimiento en los próximos meses.

No obstante, y a diferencia de otros periodos de desaceleración económica, la situación del mercado laboral es tan robusta, que sigue habiendo más puestos de empleos disponibles que personas buscando trabajo –hay 1.8 vacantes por cada persona desempleada.

Ante una desaceleración en la actividad económica sería más lógico ver una disminución en el número de vacantes disponibles que una disminución importante en los niveles de empleo.

En este contexto, se ve muy complejo que la Fed pueda bajar las tasas de interés hasta principios del 2024.