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Hace unas semanas dedicamos una edición de “Sin Fronteras” a analizar la creciente posibilidad de una recesión cíclica a nivel global en los próximos años. Como destacamos en esa ocasión, el ciclo de expansión económica actual se ha convertido en uno de los más prolongados de la historia, comenzando su octavo año.

Asimismo, indicamos que, a pesar de su longevidad, el dinamismo del ciclo actual ha sido disparejo y débil en comparación con ciclos de recuperación anteriores. Esto es principalmente una consecuencia de la naturaleza de la Gran Recesión del 2008-09 frente a otras recesiones. Una recesión normal de características cíclicas es comúnmente provocada por alguna o varias de las siguientes razones: i) un ajuste de inventarios a causa de una sobreproducción; ii) una caída en la demanda agregada por un choque externo, y/o iii) un error de política fiscal o monetaria.

A diferencia de las recesiones normales, la Gran Recesión se dio a raíz de la explosión de una burbuja de apalancamiento que al reventar tuvo consecuencias devastadoras sobre la economía en general. Ante esta situación, las autoridades financieras de las principales economías a nivel global implementaron una serie de medidas de política económica para amortiguar la crisis. Estas medidas se han dado principalmente del lado de la política monetaria, ya que los estímulos fiscales han sido limitados precisamente por altos niveles de apalancamiento de la mayoría de los gobiernos de países desarrollados.

Aunque algunos bancos centrales, como la Reserva Federal (Fed), han comenzado a retirar gradualmente los estímulos, la realidad es que el arsenal de herramientas de política monetaria y fiscal se encuentra prácticamente agotado para enfrentar una nueva recesión. Aunque no todos coinciden en las razones que generarán la próxima recesión, son cada vez más voces las que piensan que el ciclo actual de expansión está entrando en sus etapas finales y que en algún momento durante los próximos 18-36 meses veremos una recesión en Estados Unidos con consecuencias globales.

La próxima recesión probablemente será más parecida a una recesión cíclica común y corriente. Las recesiones cíclicas suelen ser mucho más cortas y poco profundas siempre y cuando las autoridades económicas sean ágiles en aplicar las medidas correctivas necesarias. El problema es que las autoridades económicas no necesariamente podrán reaccionar de manera ágil y eficaz, ya que el arsenal de herramientas de política económica para mitigar una nueva recesión se ha mermado considerablemente con respecto al inicio de la última recesión.

Por un lado, los bancos centrales han reducido las tasas de interés a niveles cercanos a cero y, en algunos casos, han implementado tasas negativas, además de implementar medidas heterodoxas de política monetaria como los estímulos cuantitativos que han generado una ola masiva de liquidez. Aunque la Fed podría reactivar su programa de inyecciones de liquidez e implementar tasas de interés negativas, estas medidas podrían contribuir a la gestación de una nueva burbuja en los mercados financieros.

Por otro lado, la política fiscal se encuentra limitada por la poca capacidad de endeudamiento adicional de varios países desarrollados y en el caso de Estados Unidos, por la falta de consensos políticos para implementar estímulos. Es por esto que muchos especialistas argumentan que tanto los bancos centrales como los gobiernos deberían comenzar a recomponer su arsenal de política económica para tener suficientes herramientas para enfrentar la próxima recesión de manera adecuada y eficaz.