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Las agresiones en Guerrero contra militares responden al cuentazo de un par de pillastres que propalan la “hipótesis científica” (dos últimos domingos en La Jornada) de que los normalistas de Ayotzinapa pudieron haber sido “incinerados en crematorios modernos del Ejército, o de empresas privadas, con instalaciones suficientemente grandes y con morgue…”.

Pese a que las evidencias periciales criminalísticas y criminológicas apuntan hacia sanguinarios narcotraficantes, el embuste lo atiza también un ex militar que fue procesado por defraudar al Ejército, pero que medra con la patraña de haber sido “preso político”: José Francisco Gallardo.

Este falso “defensor de los derechos humanos” afirma que en la prisión del Campo Militar Número Uno hizo un descubrimiento indigno de Teatro Fantástico: “Me recargué en la pared y se sumió, le quité el tapiz, y allí estaban los hornos crematorios, como los que se ven en Auschwitz…”.

Lo cierto es que los servicios mortuorios del Ejército incluyen, sí, la cremación de cuerpos, pero… en funerarias particulares.

Por lo mismo, ¡aguas con los carroñeros!