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La Presidencia es una institución fundamental en nuestro sistema. Su modernización ha tenido lugar fortaleciendo las unidades directas en torno al Presidente. Se entiende que, en el régimen presidencial, el Ejecutivo tiene la responsabilidad del gobierno y la designación de los funcionarios que conforman su gabinete. Sin embargo, la complejidad de la coordinación de las diversas dependencias, la cohesión política y administrativa, tareas críticas que van desde inteligencia, comunicación, seguridad nacional, definición presupuestal y la coordinación para la agenda legislativa, requieren del apoyo técnico de diversas unidades al servicio inmediato y exclusivo del Presidente, tareas que antes siempre recayeron en la Oficina de la Presidencia.

El proceso de modernizar a la Presidencia no ha sido lineal ni unívoco. Fue un acierto incluir en la ley la Oficina de la Presidencia. En lo que va del gobierno actual, esa oficina se había centrado, por voluntad del presidente López Obrador, en la tarea de la comunicación y relación con los empresarios, función que, una vez redefinida así, Alfonso Romo realizó con sensibilidad y lealtad al Presidente y a la nación. Por ello, no extraña el reconocimiento público del que es objeto ahora que se anuncia su salida; nada más merecido por su visión, resiliencia, templanza y tenacidad.

La Oficina de la Presidencia es fundamental para el buen ejercicio del poder presidencial. No debe desaparecer. El presidente López Obrador debiera hacer propicia la circunstancia para reactivarla a plenitud. No es una dependencia prescindible, particularmente si se quiere dar orden al gobierno y alinear al gabinete con las prioridades del Presidente.

Las tareas adelante requieren de una mayor coordinación. La complejidad de lo que se avecina en todos los frentes hacen recomendable el trabajo proactivo de lo que corresponde a una Oficina de la Presidencia. Sería la oportunidad para que ahora el Presidente sí tenga información oportuna y puntual, así como contar con una prospectiva seria, informada y profesional a manera de anticipar respuestas y escenarios para atender la apertura en la espontaneidad que entrañan los encuentros públicos diarios.