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Tan lejos estamos de alcanzar los niveles de excelencia sanitaria de los países más avanzados como que el mariscal anticovid, Hugo López-Gatell, ha convencido al presidente López Obrador de que los cubrebocas sirven “para sentirse bien”, no para disminuir el riesgo de que los asintomáticos provoquen homicidios involuntarios.

Si desde que AMLO se comprometió parecía improbable que los servicios llegaran a equipararse con los mejores del mundo, la expectativa empezó a desinflarse a principios del sexenio con la escasez de medicinas (en especial para el cáncer infantil) y el despido de más de 10 mil médicos, enfermeras, técnicos, asistentes, administradores y hasta pasantes (a éstos se les pagaba de mil y 3 mil 600 pesos al mes) dizque por “ahorrar”.

La devastación económica derivada de la pandemia distanció más la posibilidad de realizar un sueño que hoy sirve para el chacoteo con imaginativas caricaturizaciones de lo “nórdico” de la ilusión.

Visto el tema con precisión, sobresale que el Presidente no prometió ese brinco del sistema de salud en dos, sino en tres años.

Sin embargo, para deleite de quienes escarnecen las deficiencias, insuficiencias e ineficiencias de las instituciones oficiales de salubridad y asistencia, el propio AMLO, el pasado 16 de enero, dijo: “El primero de diciembre de este año va a estar funcionando el sistema de salud pública con normalidad, con servicio de calidad, atención médica y medicamentos gratuitos. Va a estar funcionando como los servicios de salud que hay en Dinamarca, como en Canadá, como en el Reino Unido…”.

Con ese dislate, adelantó 12 meses el plazo de su Pronunciamiento 13 del 1 de diciembre de 2018: “Se hará realidad el derecho a la salud.

El propósito es garantizar a los mexicanos atención médica y medicamentos gratuitos; comenzaremos en las unidades médicas del Seguro Social ubicadas en las zonas más pobres del país y poco a poco se irá ampliando el programa hasta que logremos, a mediados del sexenio, establecer un sistema de salud de primera, como en Canadá o en los países nórdicos”.

Compromiso: “Garantizar a los mexicanos atención médica y medicamentos gratuitos. Establecer, a mediados del sexenio, un sistema de salud de primera”.

Pero el martes reciente, como Estatus, cometió la imprudencia de darlo por “Cumplido” con estas Acciones realizadas: “El 29 de noviembre se publicó en el DOF el Decreto por el que se reforman, adicionan y derogan diversas disposiciones de la Ley General de Salud y de la Ley de los Institutos Nacionales de Salud, con lo que se crea el Insabi, el cual promoverá la centralización de los servicios estatales de salud.

Con la reforma al artículo 4 constitucional, la atención médica y los medicamentos gratuitos son derechos sociales prioritarios y obligatorios.

De igual forma, la Oficialía Mayor de la SHCP se encarga de las adquisición y distribución de los medicamentos para todo el sistema público de salud”.

Al margen de la meta nórdica, ¿para qué adelantar tan dudosas vísperas?