Elecciones 2024
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No hay relación que no se sostenga con la mirada, no hay conversación que inicie si no hay un contacto visual que de el banderazo de lo que está por pasar.

La mirada va de la mano con el estado de ánimo y con el montón de emociones que terminamos por dejarlas guardadas y no expresarlas de manera directa y clara.

Es imposible evitar la mirada y querer tener la atención de quien tengamos enfrente. Mirar es atender y entender que el otro que me mira buscará algún tipo de retribución que le signifique que la atención está puesta en lo que dice y en lo que hace.

Nuestro cuerpo es un mapa con sus distintos polos y con señalética que por distintas razones no le damos la suficiente importancia, pero de inicio a fin siempre comunicamos.

Nuestras seguridades e inseguridades, la certeza de tener el control o el temor de no tenerlo, el estrés acumulado y la incapacidad de reaccionar son algunos mensajes que podríamos estar enviando a través de nuestros ojos.

En el lenguaje visual siempre estaré a interpretación de quién sabe el movimiento de los ojos a la hora de hablar de algo, siempre la dualidad entre la mentira y el recuerdo, entre un lado y el otro.

Las cejas fungen como un accesorio que termina por complementar la intensidad de la emoción, un poco como la cereza del pastel.

Claudia Sheinbaum, la actual jefa de Gobierno de la Ciudad de México ha sido explícita con el desplome del vagón de la Línea 12, en la estación Olivos en que se presentó como un incidente y no un accidente.

A una semana del terrible suceso que sucumbió a la capital y al país entero con la pérdida de 26 personas y más de 30 heridos, la jefa de Gobierno continúa presentándose en las ruedas de prensa con una mirada huidiza que le desenmascara su cansancio y la inseguridad de no tener claro el mensaje.

La expresión corporal va o debería ir de la mano con el ritmo de la comunicación, cuando tenemos claridad y certeza de lo que estamos diciendo, la mirada mantiene la dirección hacia sus escuchas, no hay espacios para pausas, pero en el caso de que las haya hemos de buscar en dónde sostener o fijar nuestra vista para no perder la fuerza del mensaje.

Sheinbaum suele ser muy predecible con sus miradas, y no siempre coincide con lo que presenta en sus mensajes verbales. Aún más con el cubre bocas, su mirada se aplana o se achica a la hora de tratar temas complicados o tan dolorosos como el de la pérdida de vidas humanas tras un accidente como el que vivimos.

Por allí se dice que la mirada debe fungir como el faro para los barcos que anclan en el puerto, y si usted observa con detenimiento a los ojos de la jefa de Gobierno, entenderá lo que le digo.

No creerá ni tendrá la confianza de atracar allí, su incertidumbre se nota y la deja expuesta. , Sus hombros caídos, sin ningún tipo de entereza, las manos por debajo sin poder verlas haciéndonos referencia (al menos a simple vista) que hay algo que está tratando de ocultar y precisa en mantenerse encogida en ella.

Algo así como atrincherarse con el mismo cuerpo, insisto, el cubrebocas le da mayor proyección a su rostro, a la debilidad de su mirada y a sus cejas que incitan preocupación.

No es fácil contar o desarrollar la capacidad de persuadir, sin embargo, ya a estas alturas ante los múltiples “incidentes” que han sucedido dentro de su gobierno, debería de tener a su equipo de comunicación trabajando en que potencialice su mensaje verbal con la comunicación no verbal, y así empoderar de manera progresiva su postura como la jefa de la Ciudad de México.

En estas semanas en donde más tiempo pasamos escuchando temas políticos, los personajes allí deberían de concentrarse en buscar el poder de persuasión en el balance de lo que se ve a simple vista y lo que transmiten, a pesar de que no se ve.

La mirada de Sheinbaum - f42fbf9ae443315a5bfd326d763c5101ad01b398w
Foto: EFE /José Pazos