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El pasado 28 de enero analizamos la posible gestación de una burbuja en los mercados accionarios de Estados Unidos y destacamos ciertos elementos que apuntaban en ese sentido.

Dichos elementos eran: I) el incremento en el número de ofertas públicas de empresas que todavía no generan utilidades (cómo en la época de la burbuja tecnológica del 1999-2000); II) la avalancha de ofertas públicas de compañías de “cheque en blanco” conocidas como SPACs; III) el incremento desmedido en las valuaciones en algunos sectores en los que no hay visibilidad en la generación de utilidades futuras; y IV) el increíble incremento en la participación de inversionistas pequeños que operan a través de plataformas electrónicas.

Asimismo, subrayamos que a pesar de estos elementos, existían otros factores que podrían seguir dando impulso a los mercados como: I) una fuerte recuperación en el PIB de EU impulsada por nuevos estímulos fiscales y una aceleración en el plan de vacunación —con la inmunidad de rebaño alcanzable en el verano; II) una robusta recuperación en las utilidades de las empresas ante la recuperación de la demanda agregada; y III) la continuidad de una política monetaria sumamente expansiva con tasas de interés en cero y continuas inyecciones de liquidez por tiempo indefinido (siendo este último el factor más importante). Adicionalmente, concluimos que el buen desempeño de los mercados podría perdurar ante la percepción de que la crisis sanitaria está llegando a su fin y que la permanencia de los estímulos monetarios estaría garantizada por varios años.

Sin embargo, también subrayamos que los inversionistas actuaban de manera complaciente, descontando únicamente buenas noticias, lo cual podría provocar una toma de utilidades ante cualquier sobresalto como pudiera ser un repunte en las tasas de interés de largo plazo. De entonces a la fecha, las tasas de interés de largo plazo—usando como benchmark el bono del Tesoro a 10 años— subieron de 1.09% a un máximo de 1.52% el 24 de febrero y ayer se ubicaban en 1.46 por ciento.

Esta fuerte y súbita alza ha provocado un fuerte incremento en la volatilidad. Sin embargo, al cierre de ayer los principales índices accionarios se encontraban aún muy cerca de sus recientes máximos históricos.

Para algunos especialistas como el legendario gestor de portafolios Jeremy Grantham, la señal más clara y consistente de que estamos en una de las etapas avanzadas de una burbuja son los crecientes ejemplos de comportamiento exuberante e irracional por parte de los inversionistas, y en especial de los pequeños. Grantham destaca los casos de GameStop (que comentamos en este espacio hace unas semanas), Kodak, Hertz, Nikola, y Tesla.

En el caso de Tesla, Grantham describe como el valor de mercado de Tesla dividido entre el número de coches que vende al año es de 1,250 millones de dólares comparado con 9,000 dólares para General Motors.

Para Grantham, este tipo de ejemplos, que estuvieron totalmente ausentes durante los últimos 10 años, son cada vez más frecuentes. Grantham también apunta al indicador favorito de Warren Buffet que mide el valor de la capitalización total del mercado accionario como porcentaje del PIB.

Este indicador ya superó su valor máximo previo establecido en el 2000 antes de que reventara la burbuja tecnológica. Grantham también destaca que hay más de 150 compañías con un valor de capitalización por arriba de 250 millones de dólares que han triplicado su valor en los últimos 12 meses.

Esta cifra es tres veces más grande que en cualquier año de la última década. Para Grantham, la continuación del bull market en esta etapa depende directamente de la expectativa de que las condiciones monetarias actuales pueden ser extrapoladas indefinidamente, lo cual es imposible.