La mujer siempre una fortaleza, a la que los hombres buscan debilitar con sus imposiciones que resulten todas a su favor: a quedar impunes, libres y como víctimas
Lloramos por distintas razones, pero las lágrimas toman un peso distinto cuando vienen con dolor. Es como si tomaran más tiempo en el interior del ojo para caer en cámara lenta por nuestro rostro.
El dolor no tiene manera de silenciarse, porque los ojos nos delatan y las lágrimas lo gritan sin ningún tipo de reparo.
Las mujeres tenemos esa bella capacidad de poder llorar cuando algo nos duele, aunque nos hayamos convertido en fortalezas o carguemos con corazas ya pegadas al cuerpo, nos rompemos y en silencio dejamos salir la lágrima.
Somos tan fuertes y al mismo tiempo frágiles, porque no se nos ha permitido mantenernos como quisiéramos. Desde que nacemos ya tenemos reglas por cumplir, las expectativas familiares, los roles y la lista de deberes.
Quienes me conocen bien, saben mi postura sobre el aborto. Soy católica, amo y defiendo la vida; pero mi libertad de decidir qué hacer con mi cuerpo la defiendo; al igual que quienes por violencia y abuso quedan embarazadas.
La mujer siempre una fortaleza, a la que los hombres buscan debilitar con sus imposiciones que resulten todas a su favor: a quedar impunes, libres y como víctimas.
Hoy la Suprema Corte de Estados Unidos, derogó el derecho al aborto en Estados Unidos, ahora cada estado podrá decidir si las mujeres pueden acudir a un hospital a solicitarlo de manera legal, o las orillarán a poner en riesgo su cuerpo, por hacerlo de manera clandestina.
Fue un “vamos pa’tras” en pleno 2022, después de 49 años el país norteamericano, el poderoso, el ejemplo, el vanguardista ha dejado la decisión de cada mujer, en su mayoría, en hombres que hoy festejaron poder prohibir el aborto en sus estados, como el fiscal general del estado de Texas.
Que se defienda la vida, que se inculque y eduque el sexo seguro en hombres y mujeres, que se respete la libertad de quien acuda con su cuerpo violentado a decidir o no ser madre; porque ser madre es una bendición, pero no una obligación.
La fotografía que hoy captó el fotoperiodista Tom Brenner afuera de la Suprema Corte de Estados Unidos es una representación del dolor e impotencia que causa que te roben de la boca tu decisión, que te presionen el pecho señalándote por lo que hiciste, te hicieron o dejaste de hacer.
La lágrima oprimida, pesada y negra.
Esos, los que se trepan a nuestra fortaleza para cubrirla y desaparecerla, sepan que seguiremos exigiendo, llorando, gritando y luchando porque entiendan que nuestro cuerpo es n u e s t r o y que ninguno debería tocarlo y ultrajarlo con la seguridad de que no nos verán más.
Respeto la vida, pero primero la mía y la de mi hija, y la de mis hermanas, primas, sobrinas amigas, hijas de mis amigas y mujeres cercanas que juntas seguiremos defendiendo nuestra voz de querer o no querer.
Porque lágrimas como esa, no queremos más.
