Minuto a Minuto

Nacional Inaugura Rubén Rocha obras en hospitales de Cancerología y de la Mujer
El gobernador Rubén Rocha Moya manifestó su satisfacción por mejorar las condiciones de salud de los habitantes de Sinaloa
Internacional México llama a proteger integridad y derechos de Glas Espinel tras resolución de CIDH
La CIDH solicitó a Ecuador tomar medidas para proteger la salud y vida del exvicepresidente correísta Jorge Glas
Entretenimiento Shakira triunfa en Río de Janeiro en el primer concierto del tour ‘Las mujeres no lloran’
Shakira llevó al éxtasis al público de Río de Janeiro en el concierto con el que comenzó su más reciente gira, 'Las mujeres ya no lloran'
Nacional Mexicanas luchan por cerrar las brechas de género en las carreras “del futuro”
Las brechas de género en carreras STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas, en inglés) siguen siendo las más pronunciadas
Nacional Reconocen a Aeroméxico como la aerolínea más puntual del mundo
El premio marca un hito al convertir a Aeroméxico en la primera y única aerolínea mexicana en lograr esta distinción

In memoriam, Adolfo Gilly

Lo inesperado del momento mexicano es la irrupción de Xóchitl Gálvez. Se debe a muchos factores, pero uno, central, es que agrietó la fortaleza mayor de López Obrador, que es su discurso.

Xóchitl tiene un discurso alternativo, un habla que conecta con la gente, y que tiene, sobre el discurso del Presidente, las ventajas de la frescura, la fluidez y el humor.

No es un discurso construido por comunicadores o estrategas de campaña. Es un discurso que nace de la persona misma de Xóchitl Gálvez. El mensaje es uno con la mensajera.

El discurso de Xóchitl brota de ella con naturalidad, como el de López Obrador, pero su emisión es aire fresco en el ambiente duro, polarizado y rijoso del habla del Presidente.

PUBLICIDAD

Nadie había podido tocar el mando narrativo de López Obrador. Ni sus rivales, ni la realidad. Xóchitl Gálvez lo ha tocado. Sacó al Presidente de la zona de confort donde sus dicterios eran la última palabra.

Ganó lo que buscaba: el derecho de replicarle a López Obrador. Directo a él, sin intermediarios. Y sus réplicas tienen la virtud de ser más rápidas, elocuentes y punzantes, que los envíos descompuestos de su interlocutor.

El Presidente la subió al ring y la hizo crecer. Lo que vemos cada vez que se enfrentan en ese ring es que Xóchitl punza y baila como Muhammad Ali y el Presidente gruñe y tropieza como Sonny Liston.

Dos ejemplos:

El presidente le dedica tres mañaneras seguidas a Xóchitl Gálvez.

Gálvez le responde en Twitter: “Primero me cerró las puertas y ahora no deja de hablar de mí. ¿Será que ya es @xochitl_lover o soy su crush?”.

El presidente vuelve a la carga con otra burla. Gálvez pone el video de la burla en su cuenta de Twitter y anuncia: “Tenemos un nuevo fan” (@Xochitl2024).

Gálvez hace judo con el Presidente, aprovecha su impulso para derribarlo.

Es un combate de discursos, pero un combate central porque pone en juego la única fortaleza que le queda al Presidente: su narrativa imperiosa.

Todo lo demás en el gobierno es una ruina en curso. Xóchitl Gálvez está mostrando que el discurso también.