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Durante los últimos meses ha habido un intenso debate entre observadores de mercado y especialistas sobre cuándo la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) hará el primer incremento en la tasa de interés de referencia.

La Fed ha tratado de mandar señales claras al mercado de un inminente inicio de un ciclo de alzas en la tasa de interés. Sin embargo, ha habido un amplio debate sobre si dicho inicio se daría en la reunión de finales de junio o más adelante en el año. Hasta hace un par de meses, el mercado parecía estar bastante seguro de que el ciclo iniciaría durante el verano.

No obstante, la debilidad en las cifras preliminares del Producto Interno Bruto (PIB) para Estados Unidos en el primer trimestre y la alta probabilidad de que las revisiones posteriores a estas cifras arrojen una contracción en el PIB, han llevado al mercado a comenzar a descontar un posible retraso del inicio del ciclo de alzas hasta la reunión de septiembre.

El posible retraso es una consecuencia de dos factores principales: i) la debilidad en el PIB derivada de una fuerte contracción en las exportaciones y ii) la disminución en la inflación como consecuencia de una reducción en los precios de los energéticos y otros commodities. Ambos factores comparten una razón de fondo: la fortaleza del dólar frente al resto de las monedas.

Por un lado, las exportaciones sufren ante un entorno de fragilidad económica de los principales consumidores de exportaciones estadounidenses y una pérdida de competitividad significativa ligada a la apreciación del dólar. Por otro lado, la inflación ha bajado porque los precios de los energéticos y otros commodities medidos en dólares han disminuido como consecuencia de la apreciación del dólar. Aunque no lo ha hecho de manera explícita, la Fed ha dado a entender entre líneas que la fuerte apreciación del dólar está actuando en contra de sus objetivos.

Para una minoría de analistas, estas razones pudieran ser lo suficientemente robustas para que la Reserva posponga su decisión de subir tasas hasta el 2016. No obstante, también hay factores que han tenido un desempeño mejor al esperado y que podrían llevar al banco central a actuar más temprano que tarde.

El más sobresaliente es el caso del mercado laboral, donde el ritmo de creación de empleo ha sido el más alto en décadas. De continuar esta situación, el mercado laboral podría empezar a generar presiones salariales que hasta ahora han brillado por su ausencia. De materializarse, los incrementos salariales seguramente tendrían como consecuencia presiones alcistas en la tendencia inflacionaria.

Asimismo, la Fed está consciente de que algunos de los factores que hoy mantienen la inflación por debajo del objetivo, como la reducción en los precios de la gasolina, son en realidad un choque externo que no tendrá el mismo impacto cuando se estabilicen los precios de los energéticos o peor aún, cuando suban.

La expectativa de este columnista es que la Fed suba las tasas en septiembre, no hay que perder de vista que en realidad no es tan importante el “cuándo” sino el “cómo” las suba.

La realidad es que aunque puede haber dudas es un hecho subirán las tasas en algún momento durante la segunda mitad del 2015 o a más tardar la primera mitad del 2016. Lo que se vuelve más importante es qué tan rápido será y ahí la Fed ha sido cuidadosa en transmitir que será muy gradual -en el escenario base de la Fed las tasas estarán por debajo de 2% hasta el 2017 y por debajo de 3.5% hasta el 2018.

La Fed también ha sido clara en transmitir que la tasa pico en este ciclo de alzas muy probablemente esté considerablemente por debajo de las tasas pico en los últimos ciclos de alzas.