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Como mencionamos la semana pasada, la economía mexicana enfrenta su momento más delicado desde la Gran Recesión del 2008-09 y la crisis Tequila en 1995.

Aunque la profundidad y duración de la inevitable recesión que enfrenta la economía global dependerá en buena parte del tiempo que se tome para contener la propagación de la pandemia y poder llegar a relajar las medidas de confinamiento social, la recuperación dependerá en gran medida de lo que se haga o deje de hacer en términos de política económica.

El alto súbito y total de la actividad económica genera problemas inmediatos de liquidez para los agentes económicos (tanto empresas como personas) que, sin medidas de apoyo, se convertirán en problemas de solvencia en su gran mayoría.

Es por esto que, ante una crisis sin precedente, la mayoría de los países han anunciado medidas extraordinarias de apoyo, tanto fiscales como monetarias, con el objetivo de que la recesión no se convierta en una depresión.

Aunque las medidas de política monetaria —como la baja en tasas y las inyecciones de liquidez— son una parte importante de la receta, su impacto puede ser muy limitado si no son acompañadas de medidas importantes de estímulo fiscal.

Como menciona Santiago Levy en un artículo publicado en la revista Nexos la semana pasada (https://www.nexos.com.mx/?p=47405), las crisis anteriores nos han dejado lecciones críticas entre la que destaca la importancia de actuar rápido y sin timidez.

En su texto, Levy plantea una serie de propuestas para mitigar el impacto regresivo de la crisis sin descuidar la estabilidad macroeconómica de largo plazo. Para Levy, después de preservar vidas, el objetivo principal de las medidas debe ser proteger los ingresos de los trabajadores.

Para lograr esto Levy propone, como se ha hecho en muchos foros, una expansión contracíclica del gasto público. Sin embargo, la propuesta de Levy no aboga por un aumento en la inversión pública o en los programas sociales como mejor opción.

Para Levy el mecanismo debe ser una expansión del gasto público focalizada en los grupos directamente impactados para mitigar el fuerte golpe en la demanda agregada.

Para Levy el grupo más vulnerable es el que está activamente participando en el mercado laboral y que inevitablemente verá reducidos sus ingresos. Para lograr esto, Levy plantea una combinación de medidas para proteger los empleos mediante la reducción temporal de los costos laborales a empresas vulnerables (como la suspensión temporal del pago de aportaciones a las afores y al Infonavit y la aportación por parte del gobierno de las cuotas obrero-patronales de los seguros del IMSS).

Asimismo, Levy plantea ampliar los programas de garantía de la banca de desarrollo para impulsar el crédito a empresas. Adicionalmente, Levy propone, entre otras medidas, transferencias directas a los trabajadores informales no asalariados, pero inscritos en el SAT.

Aunque estas medidas implican romper con la ortodoxia fiscal en el corto plazo, los problemas extraordinarios requieren medidas extraordinarias. El gobierno podría volver a comprometerse con la ortodoxia fiscal una vez superada la grave crisis.

El artículo de Levy en Nexos seguramente estará circulando por los pasillos de la SHCP en Palacio Nacional, ojalá que su contenido no sea confinado al cajón de las buenas ideas subordinadas al poder político.