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La línea de flotación de la delincuencia organizada es la económica. Si no se tocan los intereses del bolsillo de los criminales, podemos vivir el resto de la vida entre balaceras o buscando a La Tuta en todas las cuevas de Michoacán.

Es justamente en el manejo financiero de los delincuentes donde se pueden localizar las ligas con el poder, con las fuerzas de seguridad y la impartición de justicia. Es al final la obtención de dinero fácil lo que mueve a los criminales a usar toda la impunidad que padece este país.

La nueva Gendarmería Nacional y sus iniciales 5 mil elementos serán esa división especializada en atender el combate a los daños patrimoniales.

Está de moda usar medios extranjeros para publicar artículos que después son presentados como la verdad absoluta por ser editados fuera del país. Lo usa el gobierno y lo usan contra el gobierno.

Y la Policía Federal en su división de Gendarmería Nacional se llevó su raspón en el periódico británico The Economist. Eligieron los opositores ese medio para asegurar que este cuerpo policiaco llega tarde con una labor de proteger los intereses empresariales como las instalaciones petroleras y las plantas petroquímicas. La crítica evidentemente respira por la herida energética y pierde el piso en ese discurso.

La Gendarmería Nacional es una policía económica y podría eventualmente resguardar instalaciones petroleras, aunque si se presenta alguna amenaza específica para alguna facilidad de ese sector, seguramente intervendría el ejército por ser un asunto de seguridad nacional.

Estos elementos de la Policía Federal van a iniciar en unas semanas labores simultáneas en diferentes entidades del país y lo harán en el sector agropecuario.

Sus primeras misiones incluyen el estado de Guerrero y la producción de melones, la zafra cañera de Veracruz, Tamaulipas y Morelos, además del sorgo tamaulipeco y los plátanos de Tabasco. Son actividades productivas donde se ha detectado la presencia del crimen en acciones de extorsión y robo.

Si tiene éxito esta tarea policiaca, sus efectos tendrán repercusiones positivas hasta para la contención inflacionaria. Hay que recordar qué fue lo que sucedió en Michoacán con los precios del limón y el aguacate, producciones que se vieron seriamente afectadas en sus precios por la acción del crimen organizado.

Además, tienen programadas labores de vigilancia en actividades mineras y por temporadas cuidarán destinos turísticos.

No debería haber objeción ideológica alguna en que un cuerpo bien entrenado y de confianza, controlado por las autoridades federales, se dedique a la protección patrimonial. No es la policía de los ricos, ni un cuerpo elitista.

Lo que está claro es que será insuficiente para poder cumplir con todas las actividades económicas afectadas por la delincuencia en este país.

Pero la respuesta a un combate más efectivo al crimen organizado está precisamente en afectar sus intereses económicos. Porque sirve de muy poco detener a sus dirigentes, ya que rápidamente se sustituyen. Y sirve de nada enfrentarse a balazos, porque sobran las armas y la carne de cañón para surtir las filas de estos grupos criminales.