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Durante las últimas tres semanas, el dólar estadounidense ha retomado una tendencia de apreciación considerable contra la mayoría de las monedas a nivel global. El índice que utiliza la Fed para medir el desempeño relativo del dólar frente a una canasta de monedas de los principales socios comerciales de Estados Unidos, el Trade Weighted US Dollar Index, pasó de su nivel mínimo de los últimos 12 meses, de 87.7 el 2 de mayo, a 90.79 el 20 de mayo, lo que equivale a una apreciación de 3.5% en tan sólo 18 días.

Esto se suscita después de un periodo de tres meses en los que el dólar había cedido un pequeño trecho del terreno ganado a partir de julio del 2014, cuando comenzó a fortalecerse para alcanzar a finales de enero de este año su nivel máximo en los últimos 14 años en 95.8 puntos.

Esta reciente apreciación está principalmente ligada a un lenguaje más agresivo por parte de la Fed en cuanto a la posibilidad de alzas en las tasas de interés en el corto plazo. Esta situación se da después de que el mercado le dio una interpretación relativamente acomodaticia a la última decisión de política monetaria anunciada el 27 de abril.

En la edición de Sin Fronteras del 28 de abril comentábamos que “la reacción de los principales indicadores bursátiles fue ligeramente positiva, reflejando cierto alivio basado en la interpretación de que la Fed no corre prisa por subir las tasas a pesar de que se percibió un tono más positivo que en el comunicado de marzo”. Aunque para algunos observadores, incluyendo a este columnista, el escenario base seguía siendo que la Fed subiría las tasas en su reunión de junio y también en el tercer trimestre del año, el consenso de mercado no lo veía así.

Al día siguiente de la decisión de política monetaria, es decir el 28 de abril, los futuros asignaban una probabilidad menor a 30% a un evento de alza en junio. Entre el anuncio de política monetaria del 27 de abril y del 23 de mayo ha habido intervenciones por parte de algunos miembros con voto del Comité de Mercado Abierto de la Fed en las que el común denominador ha sido la señal de que la Fed está lista para subir las tasas en su reunión de junio si el desempeño de la economía se mantiene dentro de lo planeado. Asimismo, el 18 de mayo se publicaron las minutas de la reunión de abril de la Fed, revelando una discusión bastante más inclinada hacia subir las tasas en junio que lo transmitido en el comunicado de prensa. Como consecuencia de estos eventos, la probabilidad de un alza en junio ha aumentado a 77%, de acuerdo con datos de Bloomberg.

Para este columnista, la tesis de por qué la Fed puede subir las tasas en junio es prácticamente la misma que transmitimos hace tres semanas y se ancla en tres factores principales: “i) aunque la inflación general disminuyó a 1.0% en febrero y se encuentra por debajo del objetivo de la Fed de 2%, la herramienta de medición de la inflación preferida por la Fed —el PCE Core— se encuentra mucho más cercana al objetivo; ii) la actividad económica se ha desacelerado en el cuarto trimestre del 2015 y el primer trimestre del 2016; sin embargo, esto es consistente con lo que ha sucedido los últimos tres años, donde esta debilidad ha sido seguida de una importante recuperación en el segundo y tercer trimestre; iii) el entorno internacional ha mejorado y el dólar se ha apreciado, dando un poco más de espacio para que la Fed actúe”.

Sin embargo, en este último punto, ese espacio claramente se ha venido disminuyendo con la apreciación del dólar de las últimas semanas y la Fed debe ser muy cuidadosa del impacto negativo de dicha situación en el sector exportador y la actividad industrial en la economía estadounidense.