Aunque, la realidad, es que no está claro si existe una forma de pensar diferente para la siguiente administración
Siempre fue falso aquello de que los precios de las gasolinas habrían de bajar, al menos, al precio que tienen en Estados Unidos.
Puede ser que el presidente saliente, Andrés Manuel López Obrador, haya soñado, sin una base real, que su refinería en Tabasco produciría combustibles baratos, pero realmente nunca pretendió quitar los impuestos que encarecen las gasolinas en México.
No sólo el tan elevado Impuesto Especial Sobre Producción y Servicios (IEPS), sino también una parte importante del impuesto al consumo, el IVA, que es mucho más alto que en el país del norte.
El referente para los precios de las gasolinas en México es Texas, de ahí se importan todas las gasolinas extranjeras que se consumen en este país. Y allá, con todo y la depreciación del peso que ha provocado el propio López Obrador, hoy un litro de gasolina se vende al consumidor en 12.50 pesos.
Las gasolinas que se importan de Texas tienen costos asociados a su transportación y distribución y, sobre todo, al pago del IEPS que representa una parte muy importante del costo de las gasolinas para los consumidores.
Claro que, en este México donde otra de las grandes mentiras sexenales es que la corrupción ya no existe, el huachicol fiscal permitió la entrada de millones de barriles de gasolinas con la etiqueta de “otros lubricantes” y con eso se evade el impuesto especial.
De eso saben varios políticos encumbrados que, por supuesto, tienen garantizada la impunidad, pero que han causado un quebranto fiscal multimillonario en este sexenio.
Lo que frenó temporalmente ese contrabando de combustibles fue la política populista de subsidiar las gasolinas a través de la condonación, total o parcial, del IEPS.
Cuando más se requirió de clases medias contentas, el régimen de López Obrador decidió, desde el 2022, sacrificar ingresos fiscales que rondarían los 950,500 millones de pesos no ingresados a las arcas públicas, que se suman a las pérdidas por el huachicol fiscal.
Entonces, la promesa de tener en México gasolinas al mismo precio que Estados Unidos siempre fue falsa, por los costos y por los impuestos.
Cada barril que puedan llegar a producir las refinerías en México, incluida la nueva facilidad en los pantanos de Tabasco, tiene el “costo Pemex” que hace que sus productos tengan el sobreprecio del fracaso de la empresa del Estado.
Y ahora que la Secretaría de Hacienda ha decidido cancelar cualquier subsidio del IEPS para las gasolinas hay que entender que a los 12.50 pesos del litro de la gasolina en Texas hay que sumar el diferencial de los impuestos al consumo, más 6.21 pesos del IEPS, más todos los otros componentes, claros o no, que hacen que en México el promedio de precio de ese combustible sea de 24.15 pesos por litro.
Siempre fue, pues, una mentira de López Obrador que hoy estaríamos pagando 12.50 pesos por litro de la Magna en México.
Además, el hecho de que se hayan cancelado los subsidios fiscales y se restablezca al 100% ese ingreso tributario, debería ser más acorde con la forma de pensar del nuevo gobierno a cargo de una ambientalista.
Aunque, la realidad, es que no está claro si existe una forma de pensar diferente para la siguiente administración.