Elecciones 2024
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Hay días que despierto sin tener la menor idea de lo que voy a escribir en esta columna. Eso sería lo de menos si la ausencia de temas no viniera aparejada, como sucede hoy, de una flojera monumental. Si a lo anterior le agregamos que por la noche mi equipo, el León, se enfrentará al América en la primera fase de la Liguilla y La Fiera no podrá disponer del campeón goleador, Mauro Boselli, por una lesión, imagínese usted, amable lector, el cuadro clínico al que me enfrento: hueva en grado superlativo, obnubilación creativa y angustia futbolera.

En mi auxilio vino mi esposa: me trajo, puso en mi boca y me ayudó a tragar, unas píldoras muy buenas para la hueva; me animé y comencé a pensar en algún tema del cual escribir.

Encuentro uno: la ciudad de México ha sido reconocida por la comunidad lésbico, gay, bisexual, transexual, travesti, transgénero e intersexual (LGBTTTI) mundial como una de las 30 ciudades denominadas Rainbow City, lo cual significa que es una ciudad amigable —gay friendly.

Miguel Ángel Mancera firmó la declaratoria que reconoce a la ciudad de México como una ciudad buena onda para la colectividad LGBTTTI un día después de que 51 parejas del mismo género se casaron por la vía civil. El jefe de Gobierno estuvo acompañado por líderes de organizaciones civiles y colectivos activistas de este sector procedentes de varias partes del mundo.

Como dato curioso el delegado de Uruguay fue asaltado en el camino del aeropuerto a su hotel y a la representante de Francia le robaron su computadora durante la ceremonia celebrada en el Museo de la ciudad de México.

En otro orden de temas: recordé que anoche estuve leyendo Empeñados, el último libro de Rafael Loret de Mola —que aquí entre nos, espero que con esta publicación se saque la espina que se clavó con su anterior novela Si los toros no dieran cornadas, que me pareció mala hasta donde dejé de leerla.

En el primer capítulo de Empeñados, el autor habla de algunos políticos que acostumbran golpear a sus esposas como el distinguidísimo Arturo Montiel, quien a decir del escritor yucateco tuvo “una extraña relación con su primera esposa, Paula Yáñez Villegas, a quien golpeaba con frecuencia, hasta la ruptura matrimonial en el 2002”.

No es Montiel el único golpeador de mujeres al que se refiere don Rafael. Cuando alude al “triunfo” de Calderón en los comicios del 2006 escribió:

“Margarita por igual se mostró jubilosa ante un ‘triunfador’ sudoroso, descompuesto, casi afónico… y, sin duda, alcohólico consuetudinario, vicio que fue acrecentándose con las intermitentes amenazas del exterior y las pugnas partidistas de quienes se rebelaron a avalarlo; de hecho, en los seis años de su ‘mandato’, no pudo gobernar en paz si bien su mujer se mostró como el mejor de sus capitales políticos por su discreción, misma que llegó a su fin, luego de maltratos físicos que la obligaron a dejar la casona de Chapultepec”.

Mi mujer, que conforme se acerca la quincena se torna amable y se interesa por mis cosas, me preguntó: “¿De qué escribes”. Le enseñé el párrafo anterior y me dijo: “Encontraste un buen tema para hoy que es el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer”.

En efecto, busqué en internet y encontré que la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 17 de diciembre de 1999, aprobó que cada 25 de noviembre se celebre en el mundo el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.

La fecha fue elegida porque el 25 de noviembre de 1960 fueron asesinadas por órdenes del chacal Rafael Leónidas Trujillo, siniestro dictador de República Dominicana, las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, opositoras al régimen del autoproclamado Generalísimo.

Fueron Minerva y María Teresa las más castigas por el nefasto régimen. Ingresaron varias veces a la cárcel al igual que sus esposos. Cada vez que caían presas eran violadas y torturadas.

El 9 de agosto de 1961, por órdenes expresas de Trujillo, Minerva y María Teresa fueron puestas en libertad, no así sus maridos ni el esposo de Patria. Esta disposición del ominoso dictador tenía dos propósitos: por un lado pretendía verse “generoso” y por otro lado les daba la libertad a quienes quería seguir hostilizando.

Tal fue el caso de lo que sucedió con las hermanas, que fueron asesinadas cuando regresaban de visitar en la cárcel a Pedro A. González, marido de Patria. Su muerte se intentó manejar como un accidente automovilístico, pero la verdad es que fueron exterminadas a golpes y encerradas en un vehículo que empujaron a un barranco.

El caso de las hermanas Mirabal ha inspirado varias películas como El tiempo de las mariposas, en la que actuó Salma Hayek, Crimen y Trópico de Sangre, así como los documentales Oriundos de la noche y Codename Butterflies. Bélgica Adela Mirabal, la hermana que no fue asesinada, publicó un libro llamado: Vivas en su jardín.

Les recomiendo la novela de Mario Vargas Llosa, La fiesta del chivo, en la cual el Nobel retrata magistralmente al hijo de puta Rafael Leónidas Trujillo. (Sólo falta que algún trasnochado, de manera anónima, salga en su defensa como me pasó la semana pasada con Franco).