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La aspiración del régimen es que el presidente Andrés Manuel López Obrador dicte algo y todos lo demás lo acaten.

Cada mañana queda claro que la 4T aspira a la homogeneización del pensamiento presidencial. Quien se atreve a disentir debe enfrentar a la señorita de las mentiras, al resto del aparato de gobierno del régimen o de plano al señalamiento directo del propio López Obrador.

Ese deseo autocrático alcanza por supuesto a su contrarreforma energética que quisieran imponer sin oposición alguna de nadie. Quisieran el voto unánime del Congreso y el aplauso coordinado de cualquier experto, periodista o empresario, a pesar de ser un cambio al sector energético que los expertos en leyes, energía y economía han demostrado que sería muy negativo para el país.

Y con el ejemplo cotidiano de la tribuna matutina, cuando se acaban los argumentos vienen los ataques y con todo el peso del aparato gubernamental.

Acuso de recibido de una carta con “comentarios” de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), que con todo el peso del uso de los medios de una empresa del sector público y con recursos del Estado, usa para acusarme de haber “iniciado una campaña de desinformación en contra de la reforma eléctrica”.

Por supuesto que no hay nada que aclarar, porque la CFE de Manuel Bartlett, bajo la firma de un alfil, busca con su comunicación dirigida a mi director y publicada en las redes sociales, “hacer comentarios” para acusarme de estar en una “campaña de desinformación” y darme clases de energías limpias.

Dice este texto, en ese tono tan 4T: “Señor Enrique Campos Suárez, las energías eólicas y solares no son las únicas limpias: (sic) también existen la nuclear y la hidroeléctrica, en las que la CFE es punta de lanza”. Sí, se dicen punta de lanza en energía nuclear.

Quizá sería bueno que en la CFE de Manuel Bartlett se enteraran de una larga lista de estudios que sí les darían clases de energías limpias.

Por ejemplo, los institutos Catalán de Ciencias del Clima y el Nacional de Investigaciones Amazónicas de Brasil, bajo la firma de los investigadores Salvador Pueyo y Philip Fearnside concluyen que las hidroeléctricas subestiman 80% de las emisiones contaminantes que hacen de esta fuente de generación de electricidad “fábricas de metano” con niveles de contaminación similares a los de las centrales térmicas.

Otro estudio de la Asociación Internacional de Energía, publicado en la revista científica ACS Environmental Science & Technology concluye que algunas plantas hidroeléctricas emiten más gases de efecto invernadero que las que queman combustibles fósiles.

En fin, convendría que la CFE de Manuel Bartlett dedicara más tiempo a documentarse sobre lo que implican realmente las energías limpias, a conocer más los impactos negativos de su contrarreforma energética y menos recursos para denostar a quien no piensa como ellos.

Hay suficientes argumentos ecológicos, legales, económicos, internacionales y políticos que deberían considerar en su contrarreforma energética, tantos que no les debería quedar tiempo para pretender apabullar a quien piensa diferente.

Imponer esos cambios regresivos en la Constitución les implica presionar o convencer a un número no tan grande de legisladores de oposición.

Pero querer imponer su forma de pensar y obligar a periodistas y analistas a defender sus planteamientos dogmáticos es algo que todavía en este país se ve lejano, afortunadamente.