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La culpa, querido Brutus, no es de nuestras estrellas, sino de nosotros mismos que consentimos en ser inferiores!

Shakespeare

La Presidencia de la República siempre debe estar atenta y preparar al país para las contingencias mayores. Los siniestros naturales y los accidentes que afectan a la población nunca faltan. En ocasiones son tragedias que acontecen en el territorio, en otras, fenómenos que se presentan en otras latitudes pero que tienen un impacto global, tal como sucede ahora, epidemias o pandemias que son una amenaza grave.

El coronavirus identificado en Wuhan, China, en los últimos días del año pasado, plantea un reto serio a la salud y a la economía mundial. La OMS no dimensionó al inicio la gravedad del fenómeno. Ahora advierte a la comunidad internacional sobre la necesidad de prepararse para enfrentar el reto bajo la tesis de que va a ser muy difícil impedir su propagación. La cuestión es que hasta hoy no hay vacuna para superar la amenaza, si bien es que, como señala Carlos Loret, su nivel de letalidad es menor que el SARS, aunque mayor que el de la influenza H1N1 de 2009.

México es vulnerable en muchos sentidos. Hace 11 años, más que la salud, la economía tuvo un serio revés. Desde ahora ya se dejan sentir las consecuencias. La previsión es que la economía China disminuya en dos puntos su crecimiento con un impacto en la economía mundial.

Frente a situaciones como las que se avecinan, lo mejor es que las autoridades se manejen por la línea delgada de la responsabilidad y de la prudencia. Un complejo equilibrio para evitar complacencia o alarmismo. Para el caso concreto, la confirmación de ayer viernes de dos casos de contagio es natural que dispare una alerta más allá de lo racional. Las autoridades sanitarias han informado con precisión y con tiempo que el arribo del coronavirus es prácticamente inevitable. Lo importante es la información y que la población actúe con responsabilidad y cuidado.

Bajo todas las condiciones que la ley y la prudencia permiten, debe evitarse su propagación en el país y para ello se requiere que la población tome las medidas preventivas y las autoridades orienten con información precisa y oportuna. Todo un reto para un sistema de salud bajo cuestionamiento por el abasto de medicinas y el deterioro del conjunto del sistema mismo.

El mundo ya padece las consecuencias del brote, aunque los decesos estén por debajo de los 3 mil, casi todos en China continental. Es alentador que la tasa de pacientes que se recuperan es mayor respecto a los nuevos casos de contagio. Pero preocupa la propagación de la epidemia a distintos países. En Europa crece su presencia, tan solo en Italia hay más de 655 casos confirmados con 17 decesos, 48 casos en Alemania, 38 en Francia, 32 en España y 19 en Inglaterra sin fatalidades.

En América Latina, Brasil y México registran uno y dos casos respectivamente, pero en Estados Unidos se han identificado 60, algunos de ellos no muy distantes de la frontera con México. El presidente Donald Trump ha instruido a su gobierno actuar preventiva y correctivamente frente al fenómeno y ha nombrado al vicepresidente Pence como responsable de la iniciativa.

El presidente del CCE, Carlos Salazar Lomelí, da voz a la extrema preocupación de la iniciativa privada por las consecuencias que está dejando la epidemia en la economía global, aspecto que se corrobora con el deterioro de los índices bursátiles de las principales economías del mundo. Por su parte, el embajador de México ante la ONU, Juan Ramón de la Fuente, ex secretario de Salud y ex rector de la UNAM ha advertido sobre la amenaza a la salud pública.

Descubrir la vacuna contra el coronavirus tomará tiempo, quizá para el próximo año. Es un lago proceso de investigación y verificación que deberá estar enfocada a acortar tiempos para dar con una respuesta concluyente. La ciencia y la empresa van de la mano y seguramente habrá vacuna. Por lo pronto, el mundo y los países deben estar preparados para lidiar con el tema, prevenir y curar, lo que implica además de mayores recursos a la infraestructura de salud, promover la revisión y cambio de hábitos personales y medidas de higiene en escuelas, empresas y lugares públicos.

La economía mundial y nacional van a padecerla. La situación llama para que el gobierno revise seriamente las premisas de política económica y gasto público. Por lo pronto es evidente que debe asumir una postura proactiva para construir confianza a la inversión privada. Hay evidencia sobrada sobre la necesidad de un cambio de fondo y forma del gobierno, si es que se quiere lograr un mayor crecimiento económico.

A la luz del nuevo entorno y la mala situación financiera de Pemex, que casi duplicó en 2019 el nivel de sus pérdidas con relación al año anterior, el programa de inversión en energía a anunciarse próximamente se vuelve mensaje. Es tiempo de asumir que en las circunstancias que nos toca enfrentar, el país y el mundo exigen la mayor responsabilidad de sus gobernantes.