Un día de marchas y plantones cuesta 5 millones de pesos en Guerrero; 8 millones en Morelia y alrededor de 60 millones de pesos diarios en la Ciudad de México. ¿Debemos empezar a tratar a la CNTE como una fuerza destructora de la naturaleza? No estoy bromeando. Los plantones y marchas que la coordinadora ha … Continued
Un día de marchas y plantones cuesta 5 millones de pesos en Guerrero; 8 millones en Morelia y alrededor de 60 millones de pesos diarios en la Ciudad de México.
¿Debemos empezar a tratar a la CNTE como una fuerza destructora de la naturaleza? No estoy bromeando. Los plantones y marchas que la coordinadora ha realizado en cinco estados han provocado un daño económico similar al que causó el huracán Odile en el 2014, cuando esa tormenta arrasó la zona de Los Cabos, en Baja California Sur.
La Concanaco estima las pérdidas por manifestaciones en 7,500 millones de pesos, en cinco estados. Se trata de una cifra que no deja de crecer, por la simple razón de que el problema no está resuelto. Un día de marchas y plantones cuesta 5 millones de pesos en el estado de Guerrero; 8 millones en Morelia, Michoacán y alrededor de 60 millones de pesos diarios en la Ciudad de México. Vale la pena aclarar que estas cuentas de la Concanaco sólo miden las pérdidas de los negocios. La cifra final sería de alarido, si se incluyeran otros intangibles, como el costo de las horas-hombre no laboradas durante un colapso vial provocado en la capital. ¿Cuánto cuestan dos o tres horas de inactividad de medio millón de personas “atoradas”?
En Oaxaca las pérdidas ya superan los 1,700 millones de pesos. El daño al comercio y al turismo es cuantioso. En Huatulco, no hay marchas ni plantones, pero se registra un efecto de irradiación. Los hoteles registran numerosas cancelaciones de personas que prefieren ir a otro lugar que no esté asociado con manifestaciones. En Chiapas, los bloqueos cuestan 1 millón de pesos diarios a los comerciantes de Tuxtla Gutiérrez y más de 2 millones a los de San Cristóbal. Los productores de plátano se quejan de pérdidas de cientos de toneladas del producto, ante el bloqueo de las vías de acceso a Tuxtla.
¿Es comparable un huracán con un plantón o una marcha? Sí, pero una manifestación puede resultar mucho más cara, sobre todo cuando dura semanas o meses. La acción destructora de Odile en Baja California Sur duró un poco menos de dos días. Luego vinieron las tareas de reconstrucción: el aeropuerto estaba destruido; la infraestructura eléctrica se había derrumbado y los principales hoteles habían sufrido daños severos.
La tarea destructora de la CNTE no tiene la potencia del huracán, pero su fuerza está en la perseverancia. Están preparados para aguantar semanas o meses. Saben del valor que tiene la ocupación de un territorio. Son inmunes a las críticas y se ríen de los argumentos económicos. Pertenecen a una izquierda que se nutre de doctrinas que estaban de moda hace medio siglo. No se conmueven al oír de pérdidas millonarias del comercio o el turismo, ni de la destrucción de empleos o el cierre de pequeños negocios.
Hablar de la CNTE como una fuerza destructora puede parecer una herejía a quienes consideran el derecho a manifestarse como algo sagrado, un derecho que está por encima de otros derechos. No subestimen su capacidad de hacer daño. Las estrategias de disrupción de la vida económica de la CNTE están resultando tan exitosas como su plan para minar el poder del secretario de Educación, Aurelio Nuño. Si la AMIS lo incluyera en su lista de “accidentes” naturales más costosos de la historia reciente de México, estaría en el top 10, junto al mencionado Odile; el huracán Gilberto, que pegó en Cancún en 1988, o las inundaciones en Tabasco del 2007. ¿Dónde se compra un seguro para reponer el costo de la CNTE?
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