Armado con un celular y desde la plataforma de Periscope, el city manager de la delegación Miguel Hidalgo ha tomado las calles para exhibir a “vecinos gandallas”. Ventila en tiempo real los abusos de los poderosos, pero también pone su lente sobre ciudadanos de a pie que cometen faltas administrativas. Como la ley le parece … Continued
Armado con un celular y desde la plataforma de Periscope, el city manager de la delegación Miguel Hidalgo ha tomado las calles para exhibir a “vecinos gandallas”. Ventila en tiempo real los abusos de los poderosos, pero también pone su lente sobre ciudadanos de a pie que cometen faltas administrativas. Como la ley le parece insuficiente, le suma a su lucha contra la ilegalidad el miedo a la exhibición pública.
Aunque el propósito del city manager pudiera ser correcto, su actuar está plagado de riesgos. No me detengo en los problemas de ilegalidad al actuar a partir de una suerte de alias, en ocasiones presentándose como ciudadano cuando en realidad es funcionario, y sin cumplir los requisitos que la Constitución les impone. ¿Puras formalidades? Tal vez, pero ¿se puede combatir la ilegalidad sin cumplir con la ley?
Me preocupa más que una autoridad imponga castigos por encima de la ley. Como ha apuntado la CDHDF, al exhibir públicamente a los infractores, la autoridad vulnera su honra y su imagen. Se crean sanciones adicionales y una “violencia innecesaria”. En el caso del city manager, con buenas intenciones. Pero, ¿queremos que los funcionarios puedan imponer sanciones a partir de sus deseos u ocurrencias? En esa lógica se basa el poder autoritario.
Todos estamos hartos de que las autoridades no cumplan. Si en el camino se violan derechos, “pues que se violen”. Por fin “alguien está haciendo algo”. Además, en el caso del city manager la actuación resulta “divertida”, como escribió uno de sus seguidores cuando éste confrontaba a una señora: “Esto está mejor que En Familia con Chabelo”.
Así llegamos al fondo del asunto. Me preocupa enormemente que en aras de la transparencia, desde una posición de poder se opte por un reality show. Como lo ha argumentado el filósofo Byung-Chul Han, una sociedad en la que todo se exhibe es una sociedad pornográfica, un mercado en el que se exponen, venden y consumen intimidades. Quedamos expuestos a la tiranía de la visibilidad, al poder desnudo, a veces irracional, de los habitantes del enjambre digital. El problema es que donde no hay ningún imperativo moral, tampoco hay autoridad.
La autoridad solo la da la ley y su debido cumplimiento; la da el ejercicio sobrio y racional del poder. Jamás el espectáculo y el escándalo.