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El sábado se develó una estatua de Karl Mark en su ciudad natal, Trier o Tréveris. El monumento de 5.5 metros de alto es un regalo del gobierno de China a Alemania. Muestra a un Marx joven, dando un paso al frente.  La estatua conmemora el bicentenario del nacimiento del autor de El Capital y ha provocado manifestaciones y enfrentamientos en Alemania.

Detrás del regalo de China a Alemania hay un mensaje complejo, reconoce el profesor Zhou Dake de la Universidad de Shanghai: es una forma de decir que Alemania, la patria de Marx abandonó el marxismo. Enviar la estatua es dar nueva relevancia a Marx y sus ideas, “volver a encender la chispa de la revolución”. La otra visión del regalo implica una ironía, según Zhou Dake: es un acto que incluye una visión muy crítica sobre el papel que jugó el marxismo en China…”mandar  la estatua es devolver de forma simbólica un producto defectuoso”, explica el académico.

A los 200 años Marx produce esperanza, repudio y actos oficiales, pero no indiferencia. Su obra y sus ideas fueron parte del instrumental básico para gobernar a 4 de cada diez habitantes del mundo entre 1949 y 1989. Este paradigma cayó en el olvido durante más de dos décadas, pero está de vuelta: los actos de  conmemoración de su bicentenario, dicen las crónicas, incluyen personas mayores que recuerdan su juventud, pero también muchos jóvenes que nunca han vivido en un régimen marxista.

¿Por qué el mundo sigue obsesionado con las ideas de un hombre que ayudó a producir tanto sufrimiento?, se pregunta The Economist en un artículo que titula Amos del mundo: lean a Karl Marx. En buena medida porque el filósofo alemán encarna la visión más pesimista del capitalismo y vivimos tiempos de desencanto y coraje.

Nunca se materializó la utopía que se popularizó luego de la caída del muro de Berlín, en 1989, explica Pankaj Mishra, un intelectual indio formado en Inglaterra: “se pensaba en una economía de mercado global que produciría crecimiento infinito y, sobre todo, oportunidades crecientes de consumo para todos…en lugar de eso tenemos un mundo que el Homo Economicus no entiende: dominado por el miedo a perder estatus, dignidad, honor; con tanto entusiasmo como desconfianza frente al cambio y multitudes clamando por estabilidad o, cuando menos, por seguir viviendo y trabajando en un territorio conocido”. Mishra es autor de Age of Anger, a history of the present, un libro imprescindible para entender la segunda década del siglo XXI.

Mishra considera que la idea más poderosa de Marx es la que tiene que ver con la lucha de clases, aunque él mismo no es marxista. Esa idea tiene sentido ahora, afirma, porque hay un profundo resentimiento de los que se han quedado atrás, aquellos que no han podido subirse al tren del Progreso. El artículo de The Economist coincide con esta visión: las ideas de Marx han cobrado una relevancia que no habían tenido en varias décadas, porque “la Globalización y la economía virtual están produciendo una versión del capitalismo que una vez más parece fuera de control…se está empezando a producir una reacción popular que con frecuencia es populista”.

En México, hay polarización, indignación e incertidumbre, pero no hay un renacimiento del marxismo equivalente a lo que está ocurriendo en Europa o América del Sur. La mejor prueba de ello es que ninguna de las fuerzas políticas de izquierda realizó una conmemoración importante del natalicio de Marx, quizá para no espantar electores. ¿Eso significa que los anti-marxistas pueden estar confiados? De ninguna manera. Las modas llegan tarde o temprano. Marx puede volver a estar In. No importa que se haya equivocado en sus profecías ni tampoco parecen contar las atrocidades que cometieron en su nombre. Abran los ojos.