Retó al Presidente a explicar cómo su hijo José Ramón pagó la renta de la casa gris de Houston y los contratos de los amigos de su hijo Andrés
La insidiosa petición de investigar los contratos de Xóchitl Gálvez en el gobierno de Vicente Fox y como delegada en Miguel Hidalgo fortalece la precandidatura de la panista para enfrentar a cualquiera de las corcholatas y acabar con la cuarta transformación.
Equivale a un segundo balazo en el pie después del desacato a la orden judicial que obligaba al Presidente a respetarle su derecho de réplica donde la calumnió (Palacio Nacional) con la mentira de que está en contra de los apoyos sociales.
Si el nuevo ataque no alude a probables delitos, insinúa una probable conducta inmoral.
A la negativa se suman arteros y cotidianos ataques en las mañaneras con tal resonancia que, lejos de perjudicarla, le han dado publicidad y pusieron a Xóchitl, de manera repentina, a la cabeza de la carrera opositora por la Presidencia de la República.
De que se investiguen los contratos inclusive recurriendo al Instituto Nacional de Transparencia, una de dos: o fue una sugerencia involuntaria (lapsus), o López Obrador lo dijo para imprimir a su persecución una deliberada carga de sevicia, ya que su desprecio por ese organismo autónomo del Estado llega al extremo de mantenerlo paralizado y ha repetido que lo mejor sería desaparecerlo, porque para transparentar su gobierno bastan las mañaneras.
La agraviada respondió:
“El actual gobierno me ha contratado servicios porque mi empresa es profesional”, dijo, y no hay nada malo en obtener contratos.
“Que busque, revise y cheque”.
Retó al Presidente a explicar cómo su hijo José Ramón pagó la renta de la casa gris de Houston y los contratos de los amigos de su hijo Andrés.
“Yo no cobro en sobres amarillos como sus hermanos”, disparó, en referencia a los fajos de dinero del erario chiapaneco que les fueron entregados a Pío y Martín López Obrador.
La semana pasada, AMLO se burló de la biciafición y de uno de los primeros trabajos de Xóchitl:
“No se puede ya, a estas alturas, quererle jugar el dedo en la boca a la gente, o sea, ¿cómo? A ver: me subo a una bicicleta o llego en un triciclo, ‘¡Tamales, tamales, ricos tamales!’ y ya, ¿no? O digo unas groserías…”.
Ella repuso:
“Hoy el Presidente dijo ‘¡tamales, tamales!’. Si él cree que me dio pena vender tamales en mi juventud, está mal. A mucha honra vendí tamales los sábados, a mucha honra, porque vergüenza es robar…”.
AMLO también hizo una desafortunada equiparación cuando, sin que nadie le preguntara, soltó:
“Estamos preparándonos porque, como no les funcionó lo de Xóchitl porque ese globo no voló, van a destinar todas sus baterías, las van a orientar a la violencia…”.
Sin escalar el pleito, la señora le reviró:
“Dice que soy un globo que están inflando. Sí estoy llenita, pero no soy un globo…”.
Pero también lo denunció “por violencia política de género” y por reproducir “patrones y estándares históricos que han colocado a la mujer siempre por debajo de los intereses y estrategias de los hombres”.
Ayer AMLO no la mencionó. Tal vez ya decidió no seguirle haciendo la precampaña…