Elecciones 2024
Elecciones 2024

Si bien es cierto que existen ciudadanos que le imputan, injustamente, al presidente López Obrador todos los males que sufren: pandemia, recesión mundial, inundaciones, úlcera y dolor de muelas. También es evidente que el tabasqueño, que llegó a Palacio Nacional con un apoyo popular nunca antes visto, ha cometido errores comprometedores como calificar de adversarios a los medios de comunicación que lo critican; pasquines y prensa fifí, ha llamado a los periódicos y columnistas que disienten de su actuación política.

Ha caído en el maniqueísmo al aplicar los términos de liberales a los que coinciden con su pensamiento y de conservadores a los que discrepan de su manera de gobernar. Inexcusablemente no ha sabido –o no ha querido– gobernar para todos los mexicanos. Por el contrario, ha polarizado a la sociedad de forma inadmisible.

Lo anterior lo digo en aras de la objetividad, no sin aflicción de ánimo, pues la elección de AMLO despertó en mí esperanzas de mejoras morales y materiales en nuestro querido país.

Aun entre sus colaboradores cercanos, el mandatario ha provocado desacuerdos. En el año y diez meses que lleva al frente del gobierno ha recibido la renuncia de diversos floreros, es decir, de varios titulares de secretarías y un instituto de salud.

El último en dimitir, en negarse a la lealtad ciega que exige el ayatolá tropical, fue el licenciado Jaime Cárdenas Gracia quien dejó la Dirección del Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado (Indep), organismo creado por el gobierno de la 4T para administrar la venta de los bienes decomisados a los delincuentes y con el dinero recuperado implementar una política social para beneficiar a los más necesitados.

En su carta de renuncia, el abogado Cárdenas –congruente personaje de izquierda– denunció la existencia en la institución a su cargo de “irregularidades administrativas y procedimientos de valuación que no garantizan los principios del artículo 134 constitucional” (aquel que establece el manejo de los recursos gubernamentales con eficacia, transparencia y honradez para satisfacer los fines para los que fueron creados). Mencionó que en el Indep hay actos de corrupción del personal que ya fueron denunciados ante la Fiscalía General de la República (FGR). Delató mutilación de joyas, contratos favorables a los compradores y no a la institución, así como conductas de servidores públicos contrarias a las normas.

Por su parte, López Obrador, sin comentar los puntos específicos e incómodos de la carta-renuncia, afirmó que la tarea del renunciante “era limpiar, era lo que tenía que hacer, pero no le entró. Para ser funcionario público se necesitan ganas, condiciones y arrojo (…) Ni modo que si enfrentamos un problema nos dé depresión (…) Lo difícil se resuelve, lo imposible se intenta”.

AMLO ha declarado públicamente, y en más de una ocasión, que en México ya no hay corrupción –como si ésta desapareciera por decreto. Cada vez que alguien, en este caso Jaime Cárdenas, expone la corrupción rampante que existe en el país, el mandatario se molesta porque tal afirmación contradice su discurso. Pero es un hecho que en dos años no puede acabarse con un mal que está incubado en nuestra idiosincrasia desde tiempos remotos. Seguro estoy que López Obrador no tiene intereses pecuniarios y que barre la escalera de la corrupción a partir del escalón de arriba, pero, ¿cuántos peldaños de la inmensa y excremental escalinata nacional alcanzará a barrer el solo?

El papá de Mafalda

Descanse en paz, Joaquín Lavado, Quino, (1932-2020), creador de Mafalda, la icónica niña comprometida con el mundo, de mente abierta y propensa a filosofar. Reproduzco uno de sus pensamientos: “No somos un país pobre, somos un país empobrecido por políticos, empresarios, jueces y sindicalistas mafiosos que han desangrado a su propia patria. No nos faltan recursos. ¡Nos sobran ladrones!”