Elecciones 2024
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En abril, el gobierno adelantó que, pasando la contingencia sanitaria, haría propuestas de paz a los cárteles. Pero mayo no llega aún a la quincena, y el gobierno ordenó la salida del Ejército a las calles para combatir a los cárteles.

Este cambio persistente en la toma de decisiones de Estado, muestra a un México conducido por una administración que encuentra en la improvisación su más cómoda agarradera, con niveles de irreflexión que rayan en lo aventurado.

Y es así en todas las facetas de la vida pública. El Ejecutivo lo explicó antier al hablar de su idea de desescalamiento del aislamiento social: “Poco a poco, y si se presentan problemas damos marcha atrás, rectificamos”.

¿Rectificamos? Pero si su vocero para la pandemia reconoce que no son confiables las pruebas que se usan en México para detectar Covid-19, por lo que existe un alto porcentaje de falsos negativos y son enviados a la vida normal pacientes contagiados.

Es igual con la salida del Ejército a las calles: la decisión publicada en el Diario Oficial de la Federación no justifica la situación extraordinaria para esa decisión, ni establece los mecanismos para regular y fiscalizar la actuación de las Fuerzas Armadas.

El mismo Ejército (no lo olvidemos) que el candidato ganador de las elecciones vinculó, durante un recorrido de campaña en Nueva York, con el Caso Iguala: “El reclamo debe ser a las Fuerzas Armadas, a quienes intervinieron en ese crimen”.

Sin embargo, ya instalado en Palacio, ha otorgado a ese mismo Ejército una influencia en nuestra vida civil que jamás había tenido, con el control del nuevo aeropuerto, negocios inmobiliarios, operación de hospitales y, ahora, funciones de policía en las calles-

Tampoco es para espantarse porque, en campaña electoral, un candidato así como dice una cosa dice otra y hay cosas que ni qué. Es de aceptar, también, que la conducción de un gobierno conlleva una curva de aprendizaje.

Aunque ya esto no es curva de aprendizaje, sino de un estilo acuñado de tomar decisiones sin haberse preparado antes, como firmar el T-MEC sin saber que se autorizaba a Washington a tener gente aquí evaluando la implementación de la reforma laboral.

O durante el Culiacanazo: el presidente dijo primero que “se tomaron decisiones que yo respaldo” y después “yo no estaba informado”; o en el asilo a Evo Morales: hasta CURP le dieron y, tras la visita de un funcionario de Estados Unidos, se fue de aquí.

Por eso el vocero para la pandemia lee poemas el mismo día que había anunciado como el peor de la crisis, ningún funcionario usa cubrebocas, venden material médico a China para comprárselo después, no son confiables los test de Covid-19.

Porque sino…

Ahí maniobramos.